A principio de semana, cuando sabíamos que Nicolás Jarry iba a jugar el ATP de Barcelona como «perdedor afortunado», escribí una columna donde hablaba de la serie de problemas mentales que tenían al chileno en una profunda crisis de resultados, situación que él mismo confirmó en las declaraciones que dio en su pasar por Conde de Godó, y que pudo solucionar tomando medidas «drásticas».
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Si bien Jarry no ganó holgado, como muchos esperan, por fin empezó a quedarse con los partidos apretados, a adjudicarse las definiciones cerradas, a hacerse fuerte en los momentos más complicados, es decir, volvió a funcionar uno de los puntos más altos del chileno: su cabeza.
Para «sacarse» de encima la mochila pesada, el Príncipe tomó la determinación de estar unas semanas solo, viajar sin su staff, tomar sus propias decisiones, para así «depender de él mismo» y encontrarse con su mejor versión.
La idea no fue buena, fue demasiado buena, porque en una semana «bajó» al actual 3º del mundo, Alexander Zverev, y al ex 3º del planeta, Grigor Dimitrov, dos jugadores de élite. Esto no quiere decir que deja de trabajar con el coach argentino (que también es su tío), Martín Rodríguez, sino que se dio un aire para levantar, para tomar aire y por fin sumar puntos en un circuito que no te regala nada.
Jarry sabe a lo que juega, jamás va a especular en la cancha, arriesga siempre, y si mete 30 errores no forzados, tendrá que meter 31 winners para doblegar al adversario. Su táctica es ésa, así tiene que jugar el número 2 de Chile, así llegó al número 39º del escalafón mundial, así le ganó a tres Top Ten y no debe cambiar.
El nieto de Jaime Fillol está volviendo a su centro, a ser el jugador que gana partidos cerrados, que no le tiembla definir todo en el tie break de un tercer set, que sale a la cancha con una idea clara de juego, y la interpreta con lo mejor que tiene.
Ojalá sea el «renacer» de Jarry, Chile lo necesita, el país está sediento de resultados en un deporte que siempre nos ha tenido allá arriba. Con Garin van por buen camino, déjenlos trabajar tranquilos que ellos saben lo que pueden dar.
Por fin volvemos a tener a dos jugadores en el circuito grande, hay que cuidarlos y apoyarlos. La bandera chilena está de vuelta en el gran circuito, y por partida doble.