El Gráfico Chile

La dura lucha de Ignacio Jara, la nueva esperanza de Cobreloa: “Nunca bajé los brazos, el fútbol es mi pasión”

El máximo anotador de los loínos y actual segundo goleador de Primera B, está teniendo una temporada soñada y sueña con devolverlos al fútbol grande de Chile.

No cualquiera a los 15 años, se va solo a una ciudad al medio del desierto, como es Calama. Ignacio Jara, actual goleador de Cobreloa y segundo anotador de la Primera B, sí lo hizo. Y ahora, es la esperanza goleadora de los loínos, con 7 conquistas en la presente temporada.

Oriundo de Cerro Navia, en las polvorientas canchas de la avenida General Bonilla de Pudahuel, hizo sus primeras armas en las inferiores naranjas que están asentadas en Santiago. Incluso, fue seleccionado Sub 20 en Sudamericano de 2017 en Ecuador y además, un año antes, fue invitado como «sparring» de la Roja adulta que fue campeón de la Copa América Centenario.

«Fue una experiencia inolvidable, no te lo voy a negar. Fue un mes de todo, de mucha alegría, de mucho aprendizaje, porque estar con jugadores de esa categoría para mí fue un sueño y todavía no me lo creo que estuve ahí. Recordar esa final, con los nervios de punta… eran un grupo muy bueno, muy maravilloso y creo que por eso han logrado tantas cosas», rememora el delantero.

Su actual presente lo tiene muy contento, dice en conversación exclusiva con El Gráfico Chile. Sabe que sus positivas actuaciones, podrían llevarlo más lejos de Calama, aunque como buen talentoso, pone la pelota al piso: «Creo que me lo tomo con mucha tranquilidad y si sigo haciendo las cosas bien acá en el club, van a llegar nuevas oportunidades. Siempre digo que esto es gracias al plantel, a mis compañeros, al cuerpo técnico, para que yo pueda hacer un mejor juego«, argumenta.

Jara reconoce que la influencia de Víctor Rivero, el actual director técnico de Cobreloa, fue fundamental en esta explosión de goles, que lo tienen en la mira desde algunos clubes de Primera División. Sobre eventuales ofertas, reconoce que prefiere tomarse las cosas con calma y cumplir la meta principal, que es devolver a los Zorros del Desierto, a la serie de honor del fútbol nacional: «Le tengo un cariño inmenso a este club, siempre han estado conmigo y espero devolverles la mano», dice.

Embajador de la B en la Roja

El ariete ha tenido sus recompensas por su fulgurante irrupción en la redes de la Primera B. Ya fue citado en dos ocasiones para los microciclos de la Sub 23 que se realizan en el Complejo Juan Pinto Durán, de cara al Torneo Maurice Revello (Ex Esperanzas de Toulon) y el Preolímpico que se jugará en 2020, cuyos trabajos son encabezados por Bernardo Redín, el ayudante técnico de Reinaldo Rueda.

«Es muy grato estar allá y vestir la camiseta de tu país. Si uno hace las cosas bien en su club, las oportunidades van a llegar tarde o temprano y hay que saber aprovecharlas», establece Jara, que sueña con llegar a un club más grande y por qué no, vestir la tricota de la selección mayor.

Y como buen futbolista, sumado a la experiencia adquirida como invitado a la Copa América Centenario, tiene claro sus referentes: «Hay muchos, incluso los chilenos que juegan afuera, como Edu Vargas, Charles (Aránguiz), Sánchez… pero para mí el referente es Arturo Vidal. Está en uno de los equipos más grandes del mundo y con su fortaleza, ha logrado tantas cosas. También está Gary Medel con ese empuje. Creo que ellos han cambiado al fútbol chileno«, precisa.

Orígenes y el futuro

Llegar a Calama, en plena adolescencia, dejando atrás las comodidades del hogar, fue un suceso de madurez adelantada para el goleador. Pero, claramente no estuvo exento de dificultades, lo que ha forjado el carácter trabajador de Ignacio.

«Fue un camino súper duro. Llegué a entrenar a los 10 años a Cobreloa, ahí en las canchas de Bonilla (Pudahuel). Soy de Cerro Navia y el camino fue largo y con muchas complicaciones en mi familia, pero siempre seguí adelante, nunca bajé los brazos. Esto es lo que más me gusta y es mi pasión. A los 15 años me vine a Calama, solo, en una ciudad que es hermosa, con gente cariñosa, pero es complicada. No hay muchas cosas, es una ciudad muy minera. Pero si a uno le gusta el fútbol, hay que sobreponerse a todos los obstáculos», reconoce.

La familia fue una de las razones que hicieron compleja la adaptación en el norte, pero nunca claudicó en conseguir su meta, que era debutar en el primer equipo de los naranjas. El primer objetivo se logró, falta el ascenso y quizás, emprender nuevos rumbos. Consultado por Europa, un país con forma de bota es su obsesión: «Obviamente, siempre ha sido un sueño mío, de mi familia. España, Francia, en equipos así, son talentosos. Pero el fútbol que más me gustaría estar es el italiano. He soñado con eso desde muy chico y espero algún día lograrlo», puntualiza.

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