El técnico Reinaldo Rueda llegó a la Copa América 2019 con un mar de dudas y un cúmulo de críticas por parte de la fanaticada chilena. El seleccionador nacional tuvo un año y medio de preparación para este torneo, y durante ese proceso realizó varios ejercicios que fueron mirados con desconfianza, hasta la goleada por 4-0 de la Roja de este lunes frente a Japón.
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A pesar de que Rueda realizó varias pruebas con jugadores de proyección en Juan Pinto Durán, los entrenamientos calificados de microciclos no le entregaron los resultados esperados y por eso tuvo que apelar, nuevamente, a que la Generación Dorada del fútbol chileno pudiera representar al país en la defensa del título de América.
Para ello, Rueda buscó ganarse la confianza de los más experimentados del plantel y, al mismo tiempo, tratar de pedirles que se reinventaran en el éxito con humildad. El cartel de bicampeones de América era un apodo muy pesado para un grupo de jugadores y, por eso, trató de enfocarse en asumir toda la responsabilidad y la presión que significa un debut hacia él, sin entregárselas a sus dirigidos.
«Hemos tenido buena recepción de grandes jugadores, que han aceptado nuestro trabajo y, porque sabemos que tenemos un gran desafío y había que sacar el síndrome del campeón, teníamos que entrar con la ambición de juego y ganar. La parte mental es el desafío grande que tenemos y era que los actuales campeones siempre parten mal y no vivir el síndrome del campeón, entrar humildes, con los pies sobre la tierra», aseguró Rueda tras el partido.
Feliz y cambios atrasados
En el trámite específico del partido, Rueda se mostró muy satisfecho por la colectividad que tomó su equipo durante la victoria contra los japoneses, que permitió que muchos jugadores destacaran dentro del compromiso.
Tanta confianza tenía el DT en sus dirigidos que el primer cambio del partido llegó muy tarde (a los 78′) y sólo por la dolencia que presentó el volante Arturo Vidal, quien salió reemplazado por Pedro Pablo Hernández. Aunque tenía programado que la primera sustitución fuera el ingreso de Óscar Opazo por José Pedro Fuenzalida, el colombiano dispuso de la rápida entrada del Tucu, cuando Chile necesitaba un refresco urgente que no llegaba desde la banca.
Rueda pudo redimirse de todos los resultados adversos que ha tenido desde que asumió la banca de la Selección a comienzos del 2018, hizo que la Roja jugara uno de sus mejores partidos en dos años y ahora se ilusiona con un inédito tricampeonato de América. Paso a paso, eso sí, el DT confía en ganar el Grupo C y quedar en la historia del fútbol nacional.