Colo Colo

Ariel Paolorossi, jefe de cadetes de Colo Colo: “Los representantes deben entender dónde tienen injerencia y dónde no”

El encargado del fútbol joven del Cacique conversa con El Gráfico Chile. Describe la formación de los jugadores, explica su metodología de trabajo y, de paso, asegura que en nuestro país hace falta un torneo de reservas.

Uno de los principales proyectos de Blanco y Negro para el centenario de Colo Colo es el plan «60-40» para el primer equipo, con el cual busca contar con un gran porcentaje de jugadores formados en casa. Por lo mismo, el ex presidente de la concesionaria, Gabriel Ruiz-Tagle, contrató como gerente deportivo a Marcelo Espina, el encargado de comenzar con la idea.

El ex volante del Cacique se interiorizó del trabajo que se realizaba en el fútbol joven de Colo Colo y tomó una decisión: dar por finalizada la labor del español Manuel Crespo y contratar al argentino Ariel Paolorossi, quien había realizado una gran labor en Lanús.

Paolorossi lleva seis meses trabajando en el Cacique y cuenta que el cambio de timonel, ahora Aníbal Mosa, no ha afectado en nada el plan «60-40»: «No conocía a Marcelo en persona, él estaba detrás de un proyecto, unimos ideas y llegué. Había un presidente, ahora está otro, pero el proyecto no varió en nada en lo que a mi respecta como jefe técnico, sigue la misma política. Me manejo con total libertad«.

El jefe de cadetes de Colo Colo conversa con El Gráfico Chile y cuenta su metodología de trabajo, revela detalles de su forma de proyectar a un jugador para que llegue con todas las condiciones al primer equipo y también ahonda en el espinudo tema de los representantes, quienes muchas veces aceleran el crecimiento de los futbolista y luego no terminan rindiendo lo que se esperaba.

¿Cómo han sido estos primeros seis meses de trabajo en Colo Colo y la adaptación?

La experiencia ha sido muy buena. Cuando uno viene a lugares nuevos es porque algo había pasado, para bien seguro y para mal también, para algunas cosas a corregir. Empezando en lo que me gusta a mí, que es el armado del proyecto, me encontré con gente muy predispuesta al trabajo en lo que se refiere a los profesionales del club y con muy buen material en cuanto a la calidad de los chicos dentro de las juveniles. Si se unen esas cosas, todo empieza a caminar.

En el primer semestre se lograron los títulos en las series sub 13, 15, 17 y 19, lo que demuestra que el trabajo ya está dando frutos…

Sí. Siempre está esta famosa pregunta respecto a que los campeonatos no son todo lo importante. Uno sabe que la formación va de la mano con la competencia y esas cosas son buenas, eso motiva a los chicos, ya que se preparan para ser jugadores de primera y los logros son buenos. Los grupos de trabajo también se motivan y creo que son indicadores, cuando las cosas van así es porque hay buenos futbolistas dentro del club y los proyectos a largo plazo empiezan a dar sus frutos. Estamos muy contentos porque va funcionando y es importante para el armado del proyecto, pero esto es largo.

¿La base principal del proyecto es que los cadetes lleguen al primer equipo y no se pierdan en el camino, como ocurre muchas veces?

Sin ninguna duda. Me parece que cuando los proyectos son institucionales, las cosas funcionan, estoy acostumbrado a eso en los lugares donde me ha tocado trabajar. Vengo de un club donde se le dio mucha importancia al proyecto institucional, que es Lanús, lo que se da en varios clubes de Argentina. Después se difiere si juegan el 60-40, 70-30 ó 50-50 de los formados en casa, pero siguen manteniendo una política. Lo hizo Vélez, lo está haciendo River Plate ahora con el Muñeco Gallardo y yo, al trabajar mucho en el fútbol juvenil, soy creyente de eso. Si nosotros sostenemos esto, va a dar sus frutos, porque tenemos muy buenos futbolistas.

El proyecto es «60-40» para el centenario del club. Con su experiencia, ¿puede ser viable, pensando en que Colo Colo ya tiene a varios canteranos jugando en el primer equipo?

Soy un convencido de que se puede lograr. Mientras las cabezas del proyecto estén convencidas de lo que se está haciendo, se logra, ya sea Marcelo Espina, los directores y Mario Salas, quien es quien inserta a los juveniles en el plantel de honor. Existe una comunicación directa, genuina, fluida y honesta entre el fútbol joven y el primer equipo, y va funcionando. Los chicos que juegan bien van a jugar, pero, obviamente, necesitamos de todos para hacer un buen trabajo.

Indudablemente se van a traer jugadores desde afuera, eso es innegable, pero si se traen cuatro marcadores centrales, por ejemplo, y no tienes ningún juvenil adentro, uno dice que acá no va a entrar el proyecto. Si nosotros vemos que están Iván Morales, Branco Provoste, Carlo Villanueva, Williams Alarcón, Omar Carabalí y Gabriel Suazo, es porque esto va encaminado. Por Copa Chile le tocó debutar a Bryan Soto, fue Vicente Pizarro a la banca, José Sanhueza y Ethan Espinoza fueron a la banca y esas cosas son buenas. Mi espejo, mi modelo, son los que estamos nombrando, eso es lo que tenemos que ir trabajando, con los sub 19 y 17, para que puedan insertase en el plantel, realizar las pretemporadas y luego jugar en el primer equipo.

A veces, no se les da relevancia a las divisiones menores en los clubes, pero terminan siendo clave, tal como ocurrió en Colo Colo en el 2002, cuando se fue a la quiebra. ¿Cuánto ayuda que el trabajo sea mancomunado entre todos los actores?

Para mí, es determinante. Los clubes, tanto en Chile como en todo el mundo, se tienen que nutrir con futbolistas de la casa. Yo lo puedo decir con mucha autoridad, porque jugué mucho en el ascenso, donde se iban 15 y entraban otros 15, y nunca se terminaban de armar los proyectos. Lanús hizo una filial con Atlanta, el cual terminó ascendiendo con jugadores nutridos entre ambos. Eso te dice que los jóvenes pueden jugar. Aunque a veces tardan un poco más, los clubes los necesitan sí o sí, ya que después se venden y se da la renovación.

¿Es bueno estar en las juveniles de Colo Colo y pasar por un equipo de Segunda División o de Primera B, para tener más experiencia como jugador profesional, algo que se realiza, por ejemplo, con San Antonio Unido?

Hay jugadores que están preparados para saltar rápido al primer equipo y otros no, a veces el tiempo de maduración del un futbolista es más lento que el de otro.  En Argentina hay muchas más ligas, existe más competencia, donde se pueden prestar futbolistas a varias categorías. Acá están la Segunda Profesional y la Primera B, pero no tener reservas dentro del club y en el fútbol chileno, influye.

¿Afecta no tener un torneo de reservas en Chile?

Sí, a veces hay jugadores que no maduran a los 19 años. Yo vengo de Argentina, donde existe el torneo de reservas y se mezclan los jóvenes. Se puede dar ese salto de meter a un sub 17 en el torneo de reservas, acá tiene que jugar en la sub 19 y no es lo mismo, porque en la reserva uno a veces se enfrenta con equipos que tienen futbolistas de 25 ó 26 años. Acá a veces se tienen que apurar y, por lo mismo, digo que el préstamo es bueno. Pero el jugador que está preparado para el primer equipo, tiene que estar.

¿Falta un torneo de reserva?

Recién estoy llegando al país y quiero ser mesurado. Sí comparo lo que pasa allá, que está el torneo de reservas que se ha jugado siempre. De que es bueno, es bueno, pero no quiero polemizar sobre eso ni mucho menos, mi estadía ha sido muy buena y vengo para aportar lo que más pueda en el crecimiento del fútbol joven en Colo Colo y Chile.

Se habla mucho del recambio de la selección adulta, pero no hay un torneo de reserva en Chile. ¿Cómo se busca el recambio si a veces no están las condiciones?

Por eso hay que seguir trabajando bien en las inferiores. Para mí hay que trabajar bien a un futbolista, para que a los 19 años esté bien formado.

Futuros cracks y los representantes

Colo Colo destaca en la categoría 2002, donde los jugadores sub 17 albos formaron parte de la selección chilena que logró la clasificación al Mundial. En la actualidad, hay ocho de sus integrantes trabajando en la Roja.

¿Es la generación del 2002 de Colo Colo una de las más proyectables para el futuro, sobre todo pensando en que es la de la selección chilena sub 17 mundialista?

Sí, pero son series. A veces pasa que hay edades pares que salen buenas y otras no, pero es una generación buena dentro del club. Hay 12 jugadores citados, pero, por ejemplo, la sub 16 tiene muy buenos futbolistas también. Parece que esta serie es la más fuerte, ya que ha nutrido en el 40 por ciento al seleccionado nacional. Es buena, pero en cada serie Colo Colo que tiene buenos jugadores.

¿Cómo toman ustedes cuando los jugadores jóvenes del club son la base de una selección chilena?

Orgullo, tanto para la institución como para el grupo de trabajo. Es bárbaro.

¿Cómo se trabaja con estos jugadores que ya comienzan a destacar en sus series, para mantenerlos centrados y que no extravíen el camino?

En esa parte es donde se necesita a los formadores, porque no hay que apurarse. Es lo que decía, hay jugadores que están preparados para el primer equipo y otros no, que son los que necesitan seguir madurando junto a la competencia y no olvidarse de que siguen siendo chicos de 17 años. Nosotros tenemos que hacerles entender que este camino que tienen que recorrer es muy largo y que existe mucha diferencia entre el fútbol joven y el de Primera División. Ahí es donde entra todo el grupo de trabajo y dentro del proyecto de formación todas las áreas son importantes, desde las tías que hacen el aseo hasta los sicólogos. Si todos damos el mismo mensaje, existen más posibilidades de que jueguen más futbolistas. Si yo digo que hay que esperar y otros dicen que no, que tienen que jugar, existen dos mensajes y empezamos a confundir al jugador, por lo mismo, tenemos que ser muy claros.

¿Qué opinión tiene sobre los representantes?

Es parte del trabajo. El representante está y se tiene que trabajar, hay que entender dónde tiene injerencia y dónde no. Ya estoy acostumbrado a eso, sé que están y tienen que ayudar al jugador a que siga con el mismo mensaje que le transmitimos nosotros. Antes, cuando nosotros jugábamos, la voz del entrenador era muy importante, porque ni los papás iban a ver los entrenamientos, pero ahora, cuando uno tiene dos o tres horas al jugador dentro de la institución, comienzan a tener muchas voces en su cabeza, ya sea del papá, la mamá, el tío, el hermano, la polola y el representante. La voces del entrenador y del jefe técnico pierden fuerza, por lo mismo, tenemos que seguir con la cultura donde estas voces técnicas son muy importantes. Ahora se tiene que convivir con esto, acá se sorprenden mucho con los representantes, pero yo estoy acostumbrado.

Eso se da porque muchas veces los representantes alteran el proceso de formación y se llevan a los jugadores al extranjero, pero a los seis meses o al año ya están de regreso en Chile…

Eso se da porque no están preparados. Si me preguntan, yo les digo si un jugador está o no preparado para salir afuera. Si no está preparado para jugar en la primera de un equipo chileno, menos puede hacerlo afuera. Por eso, digo que soy de los formadores antiguos, del día a día con el jugador, de saber como está, si le falta algo, si lo podemos ayudar, con una caricia, contención. Lo otro son cosas que exceden a nosotros. No los manejamos, pero sí los direccionamos.

¿Qué le parece el trabajo de Luis Mena, quien ha trabajado con la generación 2002 durante su proceso de crecimiento?

Llegué y las parejas de los profesores ya estaban armadas. Luis ya va en el tercer año con esta generación, ése tiene que ser el mensaje nuestro, el mío y el de todos los entrenadores. Todo el grupo de trabajo está comprometido con eso. Después tenemos que ver si es bueno o no tener a un entrenador mucho tiempo con una misma generación. A mí me gusta que los jugadores vayan cambiando de entrenadores, porque los chicos necesitan otras voces, otras formas y otro estilo de entrenador, porque después eso les puede pesar en el primer equipo. Hoy en día es muy difícil que un entrenador dure cinco años en el cargo, como ha sido Gallardo en River. Es bueno que el chico se vaya acostumbrado, porque cuando sea profesional va a tener a diferentes entrenadores, paternales, otros que no te hablen y otros que te grite. Soy partidario de cambiar.

Todos apuntan a que la sub 19 es la más proyectable para nutrir al primer equipo, pero ¿Colo Colo tiene jugadores en otras series para ir al plantel profesional?

Hay varios, pero no me gusta dar nombres, porque quedan marcados. Voy a decir que de la sub 15 a la 19 hay cuatro jugadores que ya están para el primer equipo. Cuando estábamos jugando las semifinales del fútbol joven, el cuerpo técnico del primer equipo se acercó para decirnos que si necesitábamos a los jugadores en su serie, no había problema. Fue así como mandé a chicos de la sub 16 que pueden entrenar, no quedarse, pero entrenar en el primer equipo.

¿Es de respetar el proceso de crecimiento del jugador serie por serie?

Sí, pero si hay un sub 16 que juega más que el 17 ó 19, que vaya al primer equipo, pero que se quede. En mi carrera como formador, lo más difícil que me pasó es cuando el chico va y después vuelve. Si pasa eso, todos sabemos que va porque falta alguien para cubrir un puesto y él sabe que después va a volver a su serie. A mi lo que me gusta es que si un jugador sube al primer equipo, que se quede ahí. Después, si es titular, suplente o no citado, y después vuelve para que nosotros lo tengamos con ritmo de competencia, bienvenido, pero nosotros ya sabemos que pertenece al plantel superior, por ejemplo, los que nombraste antes: Williams Alarcón y Branco Provoste. Eso es bueno al tener una buena comunicación.

 

¿Cómo es la relación con Mario Salas?

Es muy buena. Obviamente, habló más con Fernando Gutiérrez (el ayudante), porque Mario tiene la cabeza más en el primer equipo, pues es más difícil lo de él que lo mío, pero hablar de fútbol con Mario es excelente. Entiendo dónde estoy cuando voy a la jefatura técnica.

El caso de Juan Sebastián Ibarra, quien iba a partir a Magallanes, pero finalmente se queda por tener contrato profesional, ¿es el tipo de jugador que necesitaba dar el paso a un equipo de Primera B?

Para mí, sí. Es un buen caso el que me pasó con Ibarra, ya que en estos seis meses evolucionó. Cuando llegué no sabía quién era y me formé una opinión de él en el primer mes, donde mostraba un juego con el que quizá ya tenía ganas de salir. Hoy es otro y es un buen ejemplo para saber que el jugador madura con más tiempo.

Ibarra es 99, no entrena con el primer equipo y acá entrenó como si estuviera en el primer equipo, y me cambió la imagen como futbolista, no para bien, sino que para muy bien.

Tags

Lo Último


Te recomendamos