El Gráfico Chile

Hans Podlipnik analiza la crisis social en Chile y lanza: “Las altas esferas políticas deben dejar sus egos y enfocarse en soluciones reales”

El integrante del equipo chileno de Copa Davis prefirió declinar comentarios sobre tenis y entregó su opinión sobre el movimiento social que vive nuestro país.

El capitán del equipo chileno de Copa Davis, Nicolás Massú, entregó la nómina de tenistas que disputarán las Finales por la Ensaladera de Plata entre el próximo 18 y 24 de noviembre, en Madrid (España). En esa lista, el doblista Hans Podlipnik (115º) tomó un cupo dentro de los cinco integrantes que representarán a nuestro país en el certamen y por eso fue contactado por El Gráfico Chile para conocer sus sensaciones sobre este nuevo desafío, pero también para escuchar sus impresiones sobre el movimiento social que está viviendo nuestro país.

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Ante eso, el tenista de 31 años nos comentó desde Estonia que está contento por el llamado que hizo Massú, para ser parte del equipo de la Davis en el Grupo Mundial, pero que también ha seguido constantemente lo que vive Chile hoy en día y que por eso prefería avocarse netamente a entregar su opinión en lo que respecta al estado social actual, y que, en vez de responder nuestro cuestionario, prefería hacer un escrito que también compartirá a otros medios de comunicación de nuestro país.

En él, el tenista manifiesta que la situación debe manejarse sin egos o colores políticos, pero también sin violencia en las calles. Además, el deportista comenta que espera ver «cambios verdaderos y no adaptaciones superficiales«, cambios que vengan desde el interior de los encargados de modificar al país y que hoy en día son las que tienen sumido a nuestro país en una fuerte desigualdad social.

El escrito completo de Podlipnik:

En este momento es muy difícil para mí hablar sobre la Copa Davis. Estoy muy triste y afectado como muchos de mis compatriotas por la situación que está viviendo actualmente nuestro país.

El competir o jugar torneos pasa a segundo plano cuando ves a tu país sufrir de la manera que lo está haciendo, y personalmente me sentiría egoísta hablar de tenis en estos momentos. Prefiero, en esta ocasión, ser un chileno más, y pensar como ciudadano, en cómo podemos salir de esta difícil situación juntos, sin resentimientos, sin egos y sin colores políticos. Esta es una crisis que va mucho más allá, es un reflejo claro de lo que está pasando con nuestra sociedad. Creo que el derecho de protestar en un país democrático es un derecho legítimo de cada uno de nosotros, pero la violencia, destrucción, saqueo, vandalismo, etc. no pueden ser tolerados por ningún motivo.

Pero aún así, como presidente de una fundación de niños vulnerables y conocedor de muchos de nuestros problemas sociales en profundidad, no puedo dejar de analizar la situación desde un punto de vista mucho más profundo. ¿Qué lleva a nuestros jóvenes y adultos a tomar tales medidas violentas y llenas de odio?

Yo entiendo perfectamente el descontento de la gente por la situación actual, incluso muchos deportistas hemos sido víctimas también. Hay problemas en nuestra sociedad que son innegables, como la desigualdad, educación, salud, etc. Pero la manera de reaccionar a estos problemas es lo que me sacude. Si bien es una minoría la que comete estos destrozos y tenemos que reconocer que la mayoría de la gente SI protesta de manera pacífica, lamentablemente todo el movimiento social pierde fuerza y credibilidad por culpa de unos pocos. Lo mismo pasa con la fuerza militar y policial, algunos abusan de poder y lamentablemente toda la institución sufre.

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Desde las altas esferas políticas espero que en este momento puedan dejar de lado por al menos un momento sus egos personales y sus colores políticos y tengan la sabiduría de enfocarse en soluciones reales a corto y largo plazo, sin pensar en el beneficio personal y mediático a corto plazo.

Si no logramos un verdadero cambio, no adaptaciones superficiales a los mismos patrones que nos generan desigualdad y conflicto, sino uno que es muchísimo más profundo y que exige toda nuestra atención como sociedad, entonces el futuro será lo que estamos haciendo ahora. Pero el cambio no es una palabra fácil, y en esta ocasión no la podemos usar ligeramente. ¿Cambiar a qué? Este es realmente el dilema que enfrenta el Gobierno actualmente. ¿Seguiremos siendo una sociedad cerrada al diálogo, a escuchar a una persona con ideas diferentes?, ¿A aceptar que a veces una persona de izquierda o de derecha pueda tener una idea o solución mejor al problema que nuestro partido o nuestra ideología?, ¿Tendremos la flexibilidad sicológica de evolucionar y aprender que no somos perfectos?, ¿Podremos dejar nuestro ego de lado en discusiones que a corto y largo plazo van a tener un impacto real en millones de chilenos?, ¿Seremos capaces de entender que la política tiene un rol fundamental en el desarrollo, pero que también nuestras propias acciones personales tienen un impacto real en la sociedad? El cambio siempre debe partir por nosotros mismos, y en esta ocasión de crisis, sería quizás la muestra más grande ver si los políticos podrían ser los primeros en mostrarnos que SI es posible, porque sus acciones son las que finalmente tienen un impacto gigantesco en la sociedad.

Siempre que se ha provocado una crisis nos preguntamos qué hacer. Tomando la situación actual, todas estas preguntas llegan tarde. La pregunta real que debemos hacernos a pesar de la acción inmediata a tomar, es si es posible detener y solucionar este conflicto. Las causas ya han sido descubiertas pero nunca resueltas. Sabemos que tenemos la capacidad en Chile para hacerlo, pero nos detiene la corrupción, las ambiciones de poder a cualquier costo, el no ser capaces de vernos entre nosotros con empatía. Hemos dividido nuestro país de muchas maneras, pero vivimos juntos en este territorio y debemos comenzar a ayudarnos unos a otros porque el bienestar del de al lado tendrá un efecto en la sociedad como tal.

Este es el problema real, el problema básico, que debemos comprender y resolver. Hasta que no estemos todos comprometidos y dedicados dentro de nuestras facultades a erradicar esta división nacional, social, económica, etc., estaremos perpetuando el conflicto y seremos en parte responsables.

Nosotros somos la sociedad y la sociedad es nosotros. Esto quiere decir que todos debemos ser partícipes de un cambio. Cada uno puede elegir su manera de ayudar, su pequeña batalla personal. Yo elegí batallar contra la desigualdad, no de una manera romántica ni con habladurías, ni con colores políticos o ambiciones personales, si no por un amor personal a entregar, porque entregar y dar se transforma en recibir.

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