El gol de Cristiano Ronaldo ante la Sampdoria el miércoles dio la vuelta al mundo. A los 45 minutos, recibió un centro desde la izquierda de Alex Sandro, elevó casi todo su cuerpo por encima del defensa que lo marcaba y sentenció el 2-1 a domicilio de la Vecchia Signora.
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El brinco generó la admiración planetaria y no sólo los futboleros «rayaron» con la acción, sino también los expertos en el organismo humano. «Tiene componentes verticales, pero también combina horizontales. Esto tiene que ver con que él viene con una carrera y es como el que uno ve en los Juegos Olímpicos. Esos saltadores van saltando para ganar la máxima altura y desplazarse lo más lejos posible. Lo que logra esa mecánica es que antes de ejecutarlo, él optimiza almacenando energía al nivel de la musculatura», destaca Carlos de la Fuente, biomecánico del Centro de Salud Deportiva de Clínica Santa María. «Es superior a jugadores profesionales pares a él», agrega.
«Uno podría decir que todos cuando juegan fútbol corren antes de saltar, pero ahí vienen las diferencias de las características propias de él en relación a la estructura que tiene, al entrenamiento que ha desarrollado y a su capacidad biométrica, por sobre todo. Ésta tiene que ver con los ciclos de los músculos para alargarse, porque los cuerpos son como un elástico que almacena energías y después cuando se contrae el músculo, las libera y las transmite como torque», prosigue el especialista. «El torque es como el símil de cuando uno anda en bicicleta, cuando tú tienes que empujar el pedal. Ahí aplicas una fuerza a cierta distancia para que algo rote, como si fueran unas palancas», complementa.
El experto cierra con un paralelismo. «El salto lo comparan con el de Michael Jordan y es verdad, es mayor que el de los futbolistas promedio, pero está magnificado en el sentido de que él salta con flexión de rodilla y apoyándose en el otro jugador. Que su tiempo de vuelo es mayor es verdad, pero es por el apoyo también».