Arturo Vidal estuvo en Chile durante las fiestas. Sin embargo, lejos de las noches de paz de Navidad, hizo noticia al otro lado del charco por su demanda al Barcelona y por su coqueteo de Año Nuevo con el Inter de Milán.
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Señales claras de que el King no está cómodo en el Barça en este Día de Reyes, lo que no se condice con su tuiteo al volver a los entrenamientos. «De vuelta a casa!!!», fue su publicación, acompañada de un par de corazones azulgranas y de un «2020» que es una incógnita.
Contradictorio el posteo, considerando que está en un litigio de lucas con el dueño de casa -el club- y que no está entre los regalones del jefe de hogar -Valverde-. Su núcleo familiar, como de costumbre, son sus «hermanitos», sus compañeros.
Hablando de ellos, no hay que ser estadístico para darse cuenta de que el Rey tiene méritos suficientes para sentarse en la mesa de los titulares. Saque el promedio de gol por minuto en la Liga, por ejemplo, y verá que sólo es superado por Messi, y por poquito.
Tal vez aquí sí necesite ayuda de un experto en números, pero podría apostar que su porcentaje de quites está entre los más altos del equipo. Ni hablar de su química en la cancha con Leo y Suárez, imposible de medir.
Pero claro, no tiene el «ADN Barça» que tanto les gusta a los culés y a sus medios partidarios, por eso le toca comer banca para que jueguen Busquets, Rakitic, De Jong y, en su momento, Arthur, ahora lesionado. Da lo mismo lo que haga, nunca será del paladar blaugrana.
Quizá por ahí va el mosqueo del chileno y su flirteo con los lombardos, como una medida de presión para que los catalanes le hagan un guiño. Seguro que quiere quedarse, porque los primeros están en la Europa League y los segundos en la Champions, su gran sueño.
Pero si a uno no lo valoran en su propia casa, por más Orejona que haya de por medio, cualquiera escucharía ofertas. Que Conte que te lo dijeron.