El Gráfico Chile

Buljubasich, mitos y verdades: “Te muestro mi cuenta corriente y te das cuenta de que no soy tan organizado”

Ad portas de cerrar la renovación de Edson Puch y con ello completar sus grandes objetivos en el presente período de fichajes, el gerente deportivo de la UC habla sobre su dulce presente en San Carlos de Apoquindo, de la realidad del mercado de pases y de la deuda internacional de los cruzados.

El teléfono de José María Buljubasich no deja de recibir mensajes y algunas llamadas mientras recibe a El Gráfico Chile para charlar sobre su intensa labor en el presente mercado de fichajes y del buen momento que vive como el as de las contrataciones de Universidad Católica, el bicampeón del fútbol chileno. «En esta época se sufre», expresa el Tati que ya tiene casi cerrado el plantel de la Franja para el 2020. Ya sacó adelante gran parte de su trabajo en este arranque del año, pero sabe que puede venir más.

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¿Ya completando la tarea en el presente mercado de fichajes?

Nuestra idea, en general, siempre es mantener la base de jugadores que traemos del campeonato anterior. Siempre hay una planificación con el cuerpo técnico que -en este caso- fue, inicialmente, con Gustavo (Quinteros) y se terminó de confirmar cuando llega Ariel (Holan). Siempre la prioridad fue traer un delantero centro y la renovación de Edson Puch. Eran las dos primeras grandes decisiones para empezar el mercado. Pudimos hacer el tema de Fernando Zampedri, que era una de las prioridades. Seguimos negociando el tema de Edson, que esperamos llegar a buen puerto. Fue una negociación larga, pero somos optimistas. En el camino, surgió la lesión de Germán (Lanaro), por lo que decidimos avanzar con el tema del central. Con Tomás (Asta-Buruaga) nos hacemos de un defensa que es chileno, de proyección, con experiencia en el torneo y que puede ser valioso para nosotros a lo largo del año. También, como hemos dicho, fuimos viendo qué podíamos necesitar, y decidimos traer un externo más. Es así como llega Gastón (Lezcano), que puede jugar por ambas bandas y le da opciones al cuerpo técnico para una temporada que va a tener Copa Chile, Campeonato Nacional, Copa Libertadores, Supercopa… Va a haber necesidad de muchos jugadores.

Para el 2020 la UC nuevamente tendrá participación internacional ¿Se puede competir en Sudamérica comprando barato en relación a otros equipos del continente?

Es un tema largo y complejo. Con todo el cariño y respeto que le tengo al fútbol chileno, del que soy agradecido porque llevo muchos años trabajando acá, Chile no va a ser -creo yo- un mercado donde los jugadores vengan a jugar cinco años. Nunca lo fue. La lógica es que si hay un jugador que deba ser transferido, sea comprado desde Argentina, Brasil México o Europa. No debería ser Chile el mercado desde donde sea fácil hacer eso. Además, nuestros presupuestos son buenos, pero no tanto cuando se compara con el resto de clubes que compiten y ganan en las copas continentales. Si compramos jugadores y los contratamos por tres o cuatro años, y luego no funcionan, es un costo muy grande para el club sostenerlo, porque además a la temporada siguiente la hinchada te pide reforzar ese mismo puesto, pero ya tienes el sueldo del jugador que compraste… Por eso, el modelo que tenemos, es fomentar a los jóvenes que van surgiendo desde las series inferiores y que pueden ser exportables, y futbolistas que llegan de afuera con cierta experiencia, que han jugado en equipos grandes y que puedan ponerse la camiseta de Católica, porque es un club grande y que tiene presiones y exigencias como tal.

¿Es determinante el poder económico para competir a nivel internacional?

La Copa Libertadores tiene dos partes. Una es la económica: los 32 equipos que la juegan en primera fase reciben los mismos tres millones de dólares. Ahí no hay diferencias, pero hay una arista que tiene que ver con el fair play financiero… Nosotros competimos con jugadores que, a final de año, han cobrado los contratos firmados en los plazos y montos firmados, sin deuda. Estoy 99,9 por ciento seguro de que Chile es uno de los pocos países que compite internacionalmente con los sueldos al día. Ahí ya hay una competencia desleal, porque si al 30 de junio todos los equipos tuvieran que tener pagado lo que firmaron, y el 31 de diciembre tener saldados los compromisos con sus planteles, se emparejaría realmente. Porque si un club termina en diciembre de competir, y al jugador le deben cinco meses de prima o el 60 por ciento de su renta, es una competencia desleal, porque lo firmaste pensando en que vas a ganar y, cuando cobres, los premios recién los vas a pagar. Nadie controla el pasivo de los clubes, la Conmebol no supervisa que se pague lo que se acuerda. Nosotros hemos traído jugadores que han jugado copas internacionales y hemos debido pagarles parte de la deuda que el club anterior tenía con ellos para que vinieran, y eso lo sabemos. No hay fair play financiero, no hay igualdad en los pagos. A partir de ahí, hay una enorme diferencia. Los que somos sociedad anónima, que tenemos que cumplir leyes, pagar lo que se compromete, estamos en desventaja con el resto, que especula.

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¿Y más allá de lo económico?

Luego de eso, hay un tema deportivo, que tiene que ver con la forma de jugar. Es un tema complejo, porque a nivel de selección se han logrado cosas que nunca se habían conseguido, además de jugar de igual a igual en todas partes y competir de una forma, pero eso se hace con jugadores que compiten a primer nivel europeo. Esa no es la realidad de los equipos chilenos. Nosotros podemos ir al Maracaná a jugar de igual a igual a Flamengo, pero la forma de jugar de quienes ganan la Libertadores no suele ser atacando permanentemente. Veremos cómo lo plantea Ariel, que ganó una Sudamericana con Independiente… Lo que quiero decir del fútbol chileno es que, en general, en la historia reciente la Selección logró cosas que los clubes no. Pero antes era al revés, con los equipos llegando más frecuentemente a instancias decisivas internacionalmente, con una forma de jugar diferente a lo que vimos en los últimos años con la Selección. No todo es la cuestión económica. Hay una mezcla de situaciones, porque recientemente -a nivel de clubes- no podías jugar defendiéndote: meterse atrás era mala palabra. La forma de juego de igual a igual es muy positiva, pero no siempre todos pueden jugar así. Es un debate general que es sano tenerlo.

¿En el resto de Sudamérica no se respetan los acuerdos económicos?

Hay que ver quién pagó los cinco millones de dólares comprometidos en una transferencia. Hay que ver si pagaron o pagan a partir de una futura venta. Muchas veces se paga un porcentaje y se espera el traspaso para completar el total de la inversión. Acá se paga siempre. Salvo puntuales casos, los jugadores no se quejan de las condiciones de trabajo o de que se les adeude algo. Y antes era moneda corriente y, tal vez, en esos años, se llegaba más lejos internacionalmente a nivel de clubes. El orden y la seriedad se enfrenta con jugarse una ficha en el casino, para ver hasta dónde llegas. Estoy en el fútbol chileno desde 2004 y, en esos años, viajábamos en bus, no había vendas, cobrábamos lo justo… La fiesta alguien la paga… ¿Queremos eso o algo más estable? La deuda de resultados a nivel internacional existe, pero hay que ver cómo se enfrentan esos torneos desde lo económico y deportivo. Entender cómo se gana es un desafío que tenemos. No es que no haya responsabilidad de los gerentes deportivos o de los propios clubes, pero hay que ver cómo lo enfrentamos para ser más competitivos.

Ese panorama se enfrenta a otros ejemplos, como Independiente del Valle y otros…

Nosotros llegamos a la semifinal de la Sudamericana en 2012, y estuvimos a punto de llegar a la final. En 2005 también estuvimos en semifinales de la Sudamericana; en 2011 estuvimos a diez minutos de ir a penales para pasar a semifinales de Libertadores. Ahora: ¿es una constante? No. ¿Podemos arrancar el año diciendo que esta campaña llegaremos a la final? No. Pero se puede dar. La U llegó a semifinales de Libertadores en 2012. Independiente del Valle llegó una vez a la final de la Libertadores… Llegó una vez, y sin ganar un torneo nacional. Juegan en altura y eso es una ventaja. Hay características físicas del jugador ecuatoriano que no las tiene el chileno. Entonces, compararlos con Católica, uno puede decir que ellos no han ganado ningún campeonato nacional mientras Católica ganó cinco en los últimos años. ¿Por qué ellos tienen más éxito a nivel internacional? La altura y el físico de los ecuatorianos, que en el torneo local se iguala. Nacional de Paraguay llegó una vez, pero no es la constante, como en los equipos grandes de Brasil o Argentina, que tienen planteles que se arman con inversiones que se sustentan en ingresos generados a través de hinchadas que tienen el tamaño de la población total de Chile. Las realidades son distintas. Uno puede compararse con el hecho aislado, pero lo correcto es hacerlo con la dinámica general de las cosas.

En el caso de la UC se ha instalado la idea de que invierte poco y que logra mucho, pero eso tiene mucho de mito…

Nosotros utilizamos todos los recursos que tenemos y tratamos de maximizar lo más que podemos, no es que contratamos sin plata. En 2018 nuestro plantel era, a lo mejor, de menor nivel en cuanto a cantidad que el año pasado, pero en 2019 entramos a la Copa Libertadores y con eso hay más ingresos. Cuando hay más ingresos se puede contratar más. Por lo tanto, no es que se contratemos sin plata: se contrata en función de lo que se tiene. Que después se maximice lo que uno contrata, gracias a lo grupal, a la institución, al trabajo diario, eso es un segundo punto. Pero, indudablemente, el club invierte, genera recursos, gasta en contrataciones, hacemos esfuerzos y yo trato de maximizar todo. En ningún caso es que contratamos sin plata.

Y logran ser competitivos…

Competimos siempre, ese es nuestro orgullo. Hay épocas malas y épocas buenas. Nuestras buenas son porque salimos campeones, y las malas porque salimos segundos. En gran parte de este proceso hemos sido competitivos, y eso es parte del trabajo de la institución. Por eso, siempre he dicho que cuando los títulos no se daban, los responsables éramos todos, más allá de que se focalizara en mí. Y cuando los títulos no se dan, el mérito es de todos, eso es lo que quiero desmitificar. No era el más malo en e pasado ni ahora soy el mejor. Trabajé siempre de la misma manera. Ahora los resultados se están dando y estamos dentro de una estructura de club que permite que las cosas se den positivamente. Eso es lo que uno trata de desmitificar. Ni tan bueno ni tan malo.

Este dulce presente, entre otras cosas, te ha valido bromas por parte de los hinchas de la UC –e incluso de otros equipos- que destacan tu capacidad de negociación ¿Cómo tomas esa valoración que se hace de tu trabajo?

Traté siempre de mantenerme al margen de las críticas, porque de lo contrario me era imposible vivir, porque a nadie le gusta ser criticado, a nadie le gusta que lo acusen de que no trabaja. Me acusaron de mil cosas. Entonces ahora tampoco miro mucho, para no desenfocarme. Vuelvo a repetir: no soy el mejor ni tampoco soy el peor… Sigo trabajando de la misma manera. Obviamente prefiero estar en esta situación, que hagan bromas y todo eso, pero te muestro mi cuenta corriente y te das cuenta de que no soy tan organizado… Pero el hincha es así, cuando las cosas van mal, lleva el mal al extremo, y cuando las cosas van bien, las lleva al extremo también. Nosotros tenemos que ir por la línea media, estar tranquilos, tratar de sostener esto el mayor tiempo posible, pero sabiendo que competimos, que puede ser que haya otro que mañana gane, y que hay que respetar eso.

¿Es muy fácil marearse con el éxito?

Llegué como gerente deportivo, salimos campeones en 2010 y después estuvimos a un partido de ser bicampeones. Pero pasó lo que pasó, me tocó la parte de las críticas y, ahora, me toca esta buena. Como ya pasé por la parte mala, uno mantiene los pies sobre la tierra. Tal vez si esto que está pasando ahora me hubiera pasado en los primeros tres años de gestión con el club, a lo mejor todos hubiéramos creído que éramos imbatibles, pero no fue así. Entonces uno sabe que no va por ese lado. Pero a esta altura sé muy bien que, aunque salgamos segundos, nos van a criticar, el margen de error es mínimo… No es que salimos últimos, salimos segundos y nos criticaban. Sabiendo que las cosas son así, es imposible creerse algo. Hay que seguir trabajando, sufrir como se sufre en estos períodos, en los que no hay fiestas. Si quieres sostener la exigencia, hay que trabajar así, el que se cree algo distinto, comete el error.

Ya es una década en el cargo ¿Cómo y cuánto se puede sostener José María Buljubasich como gerente deportivo de la UC?

A mí me gusta lo que hago, me preparé, tengo la experiencia, y si pudiera alargar esto para siempre, lo haría. Pero no sé hasta dónde me lo va a permitir el estrés. El problema que tiene este cargo no es sólo la presión de los períodos de contrataciones, porque cuando se cierra el libro de pases, vienen otras tareas como las extensiones de contrato y la competencia deportiva en sí misma. Entonces es todo el año bajo un nivel de estrés importante. Hasta ahora no aprendí -ni como jugador ni como gerente- a que eso no me importe, y creo que eso es un problema. Al final, cuando uno se preocupa demasiado, sufre por todo y lo pasa mal. El momento más lindo que uno vive es ser campeón y, en ese mismo momento, ya te están preguntando quién se va y quién se queda. Al final, no hay un día que uno pueda estar tranquilo.

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