El Gráfico Chile

Pablo Quintanilla a fondo: “Este Dakar es un premio al esfuerzo, al trabajo, a la disciplina y a la constancia de mucho tiempo”

Tras la polémica en la que se vio envuelto a principios de noviembre en medio del estallido social, el sanantonino disfruta del mejor resultado de un chileno en la serie de dos ruedas, logro que llega justo un año después de una dura y larga lesión.

(@CristianoBarni)

Cuando, el 10 de diciembre, Pablo Quintanilla celebró su cumpeaños número 33, seguramente apagó las velas de la torta pidiendo un deseo que, como suele ocurrir, parecía una mezcla entre deseo, extremo optimismo y utopía. Dada la cercanía de la celebración con el Dakar, es altamente probable que haya anhelado -al soplar el cirio- estar en lo más alto del podio de la carrera más dura del mundo.

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“Quintafondo” no revela lo que postuló en esos íntimos segundos que pasan entre que los amigos y familiares terminan de cantarle a uno y se procede a conjurar, con los ojos cerrados, lo que se ambiciona. Deseo que, con una simple exhalación, se supone que se convertirá en realidad pronto. Pero es fácil especular lo que debe haber pensado el piloto de motos…

Mientras muchos piden por la salud o el bienestar de los seres queridos, el sanantonino seguro que debe haber pedido que el Dakar que debía disputar en enero, por primera vez en un escenario nuevo como Arabia Saudita, se le diera de buena manera. Tras un año prácticamente entero dañado, producto de una fuerte lesión en la última etapa de la edición pasada de la competencia off road, llegar al final de la prueba ya era un triunfo en sí mismo.

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Suena a poco para un piloto de punta, pero era así.

Claro, porque entre Pisco y Lima, en la última pata del Dakar 2019, cuando marchaba segundo, Quintanilla se la jugó toda. “Champaña o suero”, como se suele decir en la jerga tuerca. La arriesgada apuesta terminó mal: el exceso de ímpetu lo llevó a tomar una duna muy fuerte, volando más de lo recomendado, y se fracturó de manera brutal un tobillo. Varios huesos rotos, varias cirugías y centenar de horas de terapia kinésica fueron las consecuencias de la búsqueda del triunfo en Perú. De tratar de convertirse en el primer chileno que gana la prueba cúlmine del todoterreno, la historia concluyó logrando arribar a la meta final, pero ya sin podio: los 20 minutos perdidos lo botaron al cuarto puesto de la general.

Así las cosas, el deseo de “Quintafondo” antes de apagar las 33 velas, no puede haber sido otro que terminar. Y, en el mejor de los casos y en un escenario ideal, conseguir ese esquivo podio que se le negó un año antes.

Se podrá creer o no en ese rito de los cumpleaños. Pero querer es poder. Y el piloto del equipo Husqvarna así lo demostró en Arabia Saudita. “Soy un cumplidor de sueños”, dijo después de cruzar la última bandera a cuadros en Qiddiya, luego de salir desde Haradh para recorrer los postreros 428 kilómetros de la carrera. Ahí, el chileno aseguró un podio. Su mejor resultado personal, el mejor de un representante nacional en la ultra competitiva serie de motos: segundo.

Si bien quedó a 14 minutos del ganador, el estadounidense Ricky Brabec, Quintanilla está feliz. No sólo porque probablemente se le dio el deseo casi utópico pedido frente al pastel de cumpleaños, sino porque sabe que dio todo y más, luego de un año súper complejo por la lesión. Justo un año después, 365 días transcurridos desde el accidente camino a Lima, las arenas saudíes le concedían una alegría.

El segundo puesto, ¿era lo que esperaba tras una temporada en la que no pudo competir durante la primera mitad?
Estar en el podio, consiguiendo un resultado histórico, me tiene muy contento. El segundo lugar es un sueño hecho realidad. Mirando para atrás el año pasado, la lesión y el proceso de recuperación me tuvieron más de la mitad de la temporada fuera de competencia. Casi ocho meses sin entrenar sobre la moto, lo que nos dejó con mucho menos tiempo de preparación para el Dakar respecto de otros años. Si bien siempre tengo la motivación y el deseo de subir al podio en esta carrera, la verdad es que -antes de largar- sentía que me podían pesar esos meses sin competir. Pero me fui sintiendo bien, lo disfruté, lo pasé súper bien, hice una carrera con mucha estrategia y me mantuve muy motivado hasta el final. Así que, en resumen, no puedo sino estar contento.

¿Siente que el resultado, dadas esas circunstancias, es justo? ¿Pudo ser mejor, pudo ganar, o un poco cae del cielo el podio?
No, del cielo no cae. Menos en una carrera tan dura como el Dakar. Uno se prepara para las cosas… Pero sí siento que di el 100 por ciento… Me penó un poco el día que se canceló la (octava) etapa, porque habíamos preparado una estrategia que implicaba atacar ese día, y ahí se modificaron un poco los planes. Pero, finalmente, estoy contento, porque siento que di todo en cada una de las etapas. No siento que lo haya podido hacer mejor.

KTM, fabricante austríaco de motos y propietario de Husqvarna, llevaba 18 triunfos consecutivos en motos. Parecía imposible destronarlos. Y, si se daba, era dable pensar que la estrategia implicaría ayudar a pilotos de Husqvarna, para que el triunfo quede “en familia”. Sin embargo, el corte de la racha vino de la mano de una Honda. ¿Siente que se le pasó una oportunidad para hacer historia en ese sentido también, además de poder convertirse en el primer chileno en adjudicarse una de las dos categorías más importantes?
A ninguna marca le gusta perder. Pero para Husqvarna vengo haciendo historia hace rato, con los campeonatos del mundo (de rally cross country de la Federación Internacional de Motociclismo, en 2016 y 2017), con dos podios en el Dakar (además de este año, fue tercero en 2016)… En cuanto a méritos, la fábrica está más que feliz con los resultados que hemos obtenido. Además, en el Dakar, cada uno corre por su objetivo: los pilotos corremos libremente, sin órdenes de equipo. Por lo menos en KTM y Husqvarna es así. Así que, claramente, sí: es histórico este segundo lugar. De cualquier modo, más allá del resultado, todos los pilotos corremos el Dakar soñando con el podio, con que lo podemos ganar. Hoy, eso sí, lo que más valoro  es todo el camino de aprendizaje que tuve que hacer después de la lesión. Tuve un año súper cuesta arriba en la parte física y sicológica. Mirar para atrás todo ese proceso que viví, todo lo que me costó… Hasta hoy me duele el pie para caminar… Haber rematado segundo… Lo que más valoro es el aprendizaje y poder hacer lo que me gusta. De esto último, además, me siento muy agradecido, así como de tener unos padres y amigos que siempre me apoyan. Y, por cierto, el doctor Manuel Pellegrini, pilar fundamental en mi recuperación y rehabilitación, junto al doctor Fernando Radice. Fueron clave, como también son fundamentales los afectos, la familia en general y los amigos cercanos, que han estado siempre, pero sobre todo Arturo e Isabel, mis padres, a quienes agradezco la oportunidad de promover que haga lo que más me gusta.

El 10 de noviembre, un mes antes de su cumpleaños, vivió un momento muy ingrato en redes sociales, en medio del estallido social. A partir de aquel incidente, ¿tiene un sabor especial este resultado?
La verdad, no mezclo las cosas. Son cuestiones diferentes. Este es mi trabajo. Hace un par de meses, cometí una equivocación. Pedí disculpas. Y, para mí, quedó ahí. No volví a pensar en lo que pasó. Este Dakar es un premio al esfuerzo, al trabajo, a la disciplina y a la constancia de mucho, mucho tiempo, muchos años, no por algo de ahora…

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