Esperar el centro del lateral, suspenderse en el aire como Iván Zamorano y dar un frentazo potente cambiándosela de palo al arquero. Ése es uno de los sueños de todo futbolista, pero, a su vez, un tema que preocupa a los científicos por la posibilidad de que produzca enfermedades cerebrales a futuro. Y en Chile, ex deportistas se pondrán al servicio de la ciencia para comprobarlo.
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Son 30 jugadores retirados del profesionalismo que tendrán la misión de participar en el estudio del doctor Waldo Cerpa, investigador del Centro de Envejecimiento y Regeneración de la PUC (CARE UC). ¿La misión? Dilucidar si el acto repetitivo de cabecear un balón incide en la predisposición para sufrir a futuro patologías neurodegenerativas como el Alzheimer.
Según cuenta Cerpa a Publimetro, «la idea no será diagnosticar la enfermedad en el cerebro de los ex deportistas, sino que encontrar las señales, a través de marcadores bioquímicos, que indiquen una mayor probabilidad de que sufran estas patologías». La investigación, que se realiza junto a los colaboradores de la Facultad de Medicina UC, Maximiliano Rovegno y Juan Tichauer, contempla un test psicológico, toma de imágenes cerebrales y exámenes sanguíneos en busca de indicios como estrés oxidativo o neuroinflamación.
A su vez, se estudiará a personas que no se dedicaron al fútbol profesional, pero que hayan sufrido un trauma cerebral severo a lo largo de su vida. “A ellos les vamos a hacer un seguimiento y a analizar los marcadores moleculares que estamos buscando”, dice Cerpa. La idea es diferenciar las implicancias del daño cognitivo para quienes sufren traumas agudos y acumulativos.
Riesgo»escondido»
Durante la etapa formativa y adulta, un futbolista fácilmente puede cabecear el balón más de una centena de veces por día. El investigador sostiene que «pese a que suena más inofensivo que un palo en la cabeza, no es para tomarlo a la ligera, porque el golpe igual es fuerte. Cuando un defensa intercepta un saque de puerta del arquero, el balón impacta en la cabeza con unas 55 veces la aceleración de gravedad. Es equivalente a un cabezazo con un muro, aunque no lo parezca».
De identificar claramente estos marcadores de daño en futbolistas, el equipo científico podría delinear un examen de sangre capaz de detectar precozmente la aparición de enfermedades. «En ese caso, podríamos decirle que lo más probable es que tenga algún tipo de demencia si no se cuida ahora. Le daría tiempo a, por ejemplo, cambiar la dieta o la forma de hacer los ejercicios», destaca el científico y subdirector del Centro de Excelencia en Biomedicina de Magallanes (CEBIMA).
Fútbol formativo
En el Reino Unido, las federaciones de fútbol ya están tomando nota. Esta semana, Escocia decidió prohibir los cabezazos en los entrenamientos del fútbol formativo de 12 años hacia abajo, mientras la medida se aplica paulatinamente hasta los 18. Eso, en respuesta a un estudio de la Universidad de Glasgow, que estableció que los futbolistas profesionales tienen 3,5 veces más riesgo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa que el resto de la población y cinco veces más probabilidades de desarrollar Alzheimer.
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Dicho estudio plantea que los cabezazos podrían ser el detonante, pero Cerpa busca comprobarlo. El científico expone que a futuro, la evidencia científica podría conllevar a que todas las series formativas en el fútbol tengan como requisito el uso de protectores craneales -como los que usan en el rugby o el que popularizó el arquero Petr Cech-.
«Sería provechoso por dos cuestiones: mientras más retrasas o mitigas el golpe con la cabeza, disminuirías la probabilidad del daño cognitivo. Además, la evidencia habla de que hay etapas del desarrollo en que el cerebro es más sensible. Antes de los 22 ó 23 años, cualquier tipo de daño que se inflija al cuerpo, y en este caso al cerebro, podría expresarse de una forma más severa después», señala.
La nómina de los 30 ex futbolistas se realizará en colaboración con el SIFUP, buscando que se hayan retirado hace unos 10 años de la actividad.