La crisis que se vive en el planeta por el coronavirus también está golpeando al deporte. Y fuerte. En las últimas horas, cada vez son más países los que se suman a la decisión no sólo de jugar sin público, sino también de suspender de manera total la actividad, a la espera de que se aclare el panorama.
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En Chile, sin embargo, la discusión pareciera ir un paso más atrás. Recién a partir de esta semana se ponía en marcha el plan de jugar a puertas cerradas. Pero la opción de parar la actividad todavía no está arriba de la mesa.
Por el momento, la Copa Libertadores ha parado sus compromisos por esta semana. Ayer, México y Brasil anunciaron la suspensión de sus ligas. Y en Chile, el Campeonato Nacional tendría un mes de competencia sin público. Pero estas medidas pueden cambiar y, por cierto, aumentar. Podría ocurrir que el torneo pare. La pregunta es cuándo.
Mientras todo el mundo estaba de vacaciones y la peste parecía lejana, el médico Fernando Yáñez se mantenía en vilo, en su condición de cabeza del cuerpo sanitario de la “Roja” y, por añadidura, referencia del ente rector local. Así, para minimizar los riesgos en el balompié criollo, recurrió a la asesoría de su colega Jaime Labarca, especialista en infecciones. Entre ambos, han elaborado un protocolo específico para el fútbol, que está en poder de los clubes.
El tema central pasa por el hito que determinará la suspensión del torneo.
Para Labarca, es “una decisión política, más que médica, y que tiene que ver con medidas más importantes, alineadas en este caso con el Ministerio de Salud. Como fútbol, estamos comprometidos con el bienestar de la población”.
Así, el infectólogo refuerza que no porque un jugador se enferme de coronavirus, se detendrá el torneo chileno, como ocurrió en España o en la NBA. “Depende de otros factores”, dice tajante.
Labarca entiende que el fútbol tiene complejidades diferentes a otras profesiones, por viajes, traslados, concentraciones y entrenamientos. “Habrá que extremar las medidas. Muchas de ellas tienen que ver con conductas que habrá que cambiar”, dice el doctor, confiado en que el plan diseñado para el balompié chileno minimice los riesgos para todos quienes trabajan en él.