La contingencia ha generado difíciles escenarios económicos a diferentes industrias. En el caso del fútbol y de los equipos «grandes» chilenos, no jugar o hacerlo sin público golpea en casi dos tercios los ingresos, a partir de contar parcialmente con el dinero de los auspicios y de la venta de entradas en los duelos de local. Si bien aún se cuenta con los pagos por los derechos televisivos y hay una serie de ahorros al no tener los gastos logísticos propios de competir, los sueldos deben seguir pagándose, entre otros aspectos que precarizan las finanzas de las instituciones.
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Dentro de lo anterior, los salarios de los futbolistas es un aspecto crítico, debido a que son buena parte de los egresos de las tesorerías. Por ello, Colo Colo y Universidad de Chile buscan la fórmula para hacer ajustes. La «U», en particular, le propuso a su plantel un modelo, a la espera de ser rubricado por los deportistas. Entendiendo la complejidad del momento, y de que siempre los gastos mensuales de las personas son proporcionales a sus ingresos, la encrucijada no es de sencilla resolución.
Por ello es que, también, exjugadores azules en la época de la quiebra, en 2006, consideran que los actuales defensores del cuadro estudiantil deberían tener una posición flexible y solidaria, más allá de que la propuesta del club esté diseñada para evitar despidos de funcionarios.
«Cuando estaba en la U durante la época quiebra, aún no firmaba el contrato profesional. Me acuerdo que (a los juveniles) nos daban una ayuda social, que partía en 60 mil pesos y que nos la subieron a 200 mil cuando cuando empezábamos a jugar más», parte recordando Nicolás Larrondo a este medio.
«Con la quiebra, esos 200 mil bajaron de vuelta a 60 mil. Yo era ‘cabro chico’, pero un recorte de esa cantidad me dolía mucho», rememora el defensa formado en el «Chuncho». «Tenía 17 años, estaba en el primer equipo sin contrato, porque aún no salía la ley de 2007 de los jugadores profesionales de fútbol y los contratos legales. Por eso también los clubes no se apuraban mucho en hacerte los contratos, porque podían hacerlos hasta los 23 años», complementa.
Ante esa crisis, Larrondo detalla lo que hicieron los más experimentados: «a mis compañeros contratados no les bajaron los sueldos, pero los que tenían deudas tuvieron que ponerse a la cola, como cualquier acreedor. Les propusieron rebajas de salarios, pero no era obligación. Ahora tampoco es obligación que hagan tal cosa, pero quienes conforman el plantel entienden que lo de ahora es una contingencia a nivel mundial. Y, como cualquier empresa, en la ‘U’ necesita flujos que no tienen por la falta de publicidad, sponsors y todas esas cosas… Ahora hay que llegar a un acuerdo, donde no haya perjudicados, donde todos tenemos que hacer un esfuerzo», sentencia el exdefensor.
«Lo de ahora es una pandemia mundial, quizás no haya mucho que comparar con la quiebra, pero es lógico que los jugadores tengan que hacer un esfuerzo», remata Larrondo.
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«En el Caracol si que no había shampoo»
Otro que recuerda esos duros momentos de 2006 es Héctor Suazo. El «Galleta» repasa su paso por una institución en precarias condiciones, sobre todo económicas.»Estuve en 2005 y volví en 2006. Me llevó Sergio Vargas, la ‘U’ estaba quebrada y no había nada en ese instante», parte diciendo el exdelantero. «Igual son otros tiempos, porque se ganaba menos», se apura en aclarar.
Suazo recuerda que «la ‘U’ estaba mal, mal. Había miles de problemas en ese tiempo: en el Caracol (Azul, lugar de entrenamiento, dentro del Estadio Nacional) no había luz, agua ni jabón. Ahí sí que se vivía mal… Fui a Palestino cuando la ‘U’ estaba por quebrar, volví y ahí hablé con Vargas. Ganaba más plata en Palestino, pero volví por menos de la mitad de sueldo. Pero debía hacerlo, porque la ‘U’ me dio la oportunidad de ser profesional y fui por ello queria estar».
Para el «Galleta», el factor económico era menos importante en aquel momento de urgencias para los azules. «Estaba agradecido de la ‘U’. Sé que nadie quería ir a jugar allá porque no había plata. Me dijeron que había poca plata, mi sueldo era de 900 ‘lucas’, pero firmé nomás, porque quería estar, quería agradecer y por eso volví», asegura Suazo.
Lo que sí, el exjugador tiene claro que el escenario es diferente al de la quiebra. En todo sentido. «Eran otros tiempos. Hoy es diferente todo: se gana más. Obviamente que es bueno que los jugadores piensen en bajarse el sueldo por un tiempo y que, a largo plazo, le devuelvan lo que descuentan ahora. Pero que se la devuelvan», sentencia. Y justifica: «no es culpa de los futbolistas lo que pasa, y sería una buena idea bajarse el sueldo temporalmente. Cuando acabe el coronavirus, que le devuelvan la mano».
Suazo recalca que «uno ama a la ‘U'», y puesto en perspectiva rememora que «nadie quería ir a la ‘U’ en esos años, estaba quebrada, tenía problemas, pero estuvieron los que tenían que estar, todos presentes, apoyando, como el ‘Matador’ (Marcelo) Salas«, remata, enfatizando el espíritu solidario que debe prevalecer entre los jugadores que visten la casquilla azul.