Si hay un deportista que terminó revolucionando su deporte, catapultándolo a otro nivel, ése es Michael Jordan. Con su arribo a los Chicago Bulls, a mediados de 1984, coincidiendo con el proceso de la televisación globalizada de la NBA y con el espíritu expansivista y visión del comisionado de la liga David Stern, el básquetbol se convirtió en un espectáculo de atención mundial. Probablemente, pocos en el mundo no asocien el apellido de “Air” con el deporte de los cestos.
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Y, para quienes siempre soñaron con conocer la intimidad de un vestuario de la liga más fabulosa o los rincones del United Center y de otros míticos escenarios como el Madison Square Garden o, simplemente, la cara menos pública de Jordan, ha llegado el momento. Uno irresistible, por cierto.
Porque… ¿quién podría negarse a la tentación de tener una credencial con acceso total al vestuario del quinteto más famoso de la historia, con Scottie Pippen, Dennis Rodman y Toni Kokoč, entre otras superestrellas, además de Jordan?
Pues llegó el momento.
Apurado por la suspensión de la NBA producto de la pandemia, Netflix estrena “The Last Dance”, un documental que fue grabado en -buena medida- entre 1997 y 1998, cuando los Bulls encaraban la temporada en la que aspiraban a su sexto título en ocho años, a su segundo tricampeonato.
A ese material inédito, rodado con acceso total a la vida del equipo que encabezaba Jordan, se adiciona entrevistas recientes con los protagonistas.
Es así como este documental encuentra su nombre. “El último baile” es la forma en que el técnico Phil Jackson bautizó aquella temporada. Es que dados los constantes choques con Jerry Krause, gerente general de la franquicia de Chicago, era claro que sería la última campaña del entrenador en el banquillo del club. Y, con él, partiría Jordan, quien durante esos años de éxito había advertido que no jugaría para otro “coach”.
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Dicho y hecho.
La salida de “MJ” de Chicago fue, además, una suerte de venganza del “23” con Krause, a quien odiaba, más desde que el ejecutivo declaró que “los técnicos y los jugadores no ganan campeonatos. Las organizaciones son las que ganan…”.
En “The Last Dance” no se verán tantas historias anteriores, como cuando Jordan no quería firmar con Nike, una marca inexistente en el baloncesto antes de fichar al alero, y deseaba firmar con Converse, como lo habían hecho Larry Bird y Magic Johnson. Pero sí se verá el último baile. La coreografía perfecta de un quinteto inigualable, con declaraciones inéditas de sus protagonistas.
Jordan, emocionado durante el rodaje, debió parar las entrevistas para secarse las lágrimas. “Cuando la gente vea esto dirán, ‘no era realmente un buen tipo. Quizá era un tirano’. Pues es cosa tuya. Porque nunca has ganado nada. Quería ganar, pero quería que ganasen ellos para ser parte de eso también. Mira, no tenía que hacer esto. Lo hacía porque es quien soy. Es cómo jugaba. Era mi mentalidad. Si no quieres jugar así, no juegues así”.
Pero hay más.
“Ganar tiene un precio. El liderazgo tiene un precio. Así que apreté a gente que no quería ser presionada. Reté a personas que no querían ser retadas. Me gané ese derecho porque mis compañeros que llegaron después no aguantaron todo lo que aguanté. Cuando te unías al equipo, vivías según un cierto estándar de juego. Y no ibas a hacer menos. Si eso significaba que tenía que molestarte un poco, entonces lo hacía. Pregúntales a mis compañeros: la única cosa que MJ no me pidió que hiciera es algo que el maldito MJ no hizo”.
Un último baile imperdible.