El 12 de mayo de 1993, Universidad Católica escribió su capítulo más feliz en la Copa Libertadores. La UC había vencido por 1-0 en Santiago al América de Cali, por la ida de las semifinales, y perdía por 2-0 en el estadio Pascual Guerrero a los 15 minutos, pero logró empatar con goles de Juan Carlos Almada (34’) y Ricardo Lunari (87’).
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Cuando el partido se acababa, Mario Lepe cometió un penal y parecía que todo se iba al tarro de la basura. Sin embargo, Óscar Wirth se vistió de héroe para atajar el remate de Alexander Escobar y meter a los «cruzados» en la definición ante Sao Paulo, la última disputada por un elenco nacional.
“Haber podido pasar a la final fue muy significativo para mí y para el club: para mí, por ser la tercera; para el club, por llegar a su primera”, recuerda el ex arquero, que es el futbolista criollo con más finales, ya que también jugó las de 1981 y 1982 con Cobreloa. “Por supuesto que no pensábamos que sería la última vez que un equipo chileno llegaría a una final de la Libertadores, pero ésa ha sido la realidad quizá hasta cuándo”, agrega el histórico portero.
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En el mismo recinto de esa gloriosa jornada, la “Franja” buscará esta noche, desde las 21:30 horas, seguir con vida en el máximo certamen continental. Una derrota la dejaría prácticamente fuera, pero una victoria la metería de lleno en la pelea por la clasificación.
Esa llave de hace 27 años es la única donde los estudiantiles han celebrado frente a los caleños. De hecho, los “Diablos Rojos” han sido una verdadera bestia negra para los universitarios en el torneo, ya que los habían eliminado en octavos de la edición de 1992 y los habían dejado colistas del grupo en la versión de 1986.
Por si fuera poco, antes de la pandemia, los “Escarlatas” se impusieron por 2-1 en San Carlos de Apoquindo. Por ello, el hoy conjunto de Ariel Holan tendrá que escribir una nueva historia alegre en “El Pascual” para continuar teniendo chances en el campeonato sudamericano de clubes.