Columna de opinión: Ve con D10S… y descansa en paz

Diego Armando Maradona deja este mundo, donde se convirtió en un “Dios” dentro de una cancha y no tuvo tranquilidad fuera de ella. Se va el mejor futbolista de todos los tiempos.

Getty

«Me van a tener que disculpar”. Como dice Eduardo Sacheri en el cuento que lleva ese nombre, a Diego Armando Maradona no puedo juzgarlo con la misma vara que al resto de los mortales, por eso pido perdón desde un principio, porque mi declaración va contra los libros de periodismo, donde te exigen el sueño de una objetividad imposible.

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Me van a tener que disculpar porque no sabría explicarles cómo, cuándo, ni dónde nació mi idolatría por “El Diego”. No lo vi jugar en vivo, salvo ya retirado en ese amistoso donde se puso la camiseta de la Católica, ni tampoco me dio una Copa del Mundo, más allá de que el 50 por ciento de mi sangre es argentina, por el lado de mi vieja, que lo espera en el cielo.

Me van a tener que disculpar los fanáticos de Pelé, de Messi y del que sea, pero se acaba de ir de esta tierra el hombre que mejor ha jugado a la pelota sobre ella. Unos te sacarán en cara los Mundiales ganados, otros los goles anotados, pero lo que hizo el “Pibe de Oro” en México 1986 no tiene comparación en la historia.

Me van a tener que disculpar todos aquellos a quienes he aburrido hablando del “10”, que al parecer fueron muchos, considerando los numerosos mensajes de WhatsApp que me llegaron al conocerse su muerte, más que para mi cumpleaños. Era la persona viva más importante que quedaba, como defendí hace un par de semanas en una discusión con mis hermanos y como ha quedado demostrado en estas horas.

Me van a tener que disculpar por excusar al “Pelusa” cuando me sacaban el tema de la droga, como si ser Maradona fuera fácil, sobre todo en un país donde el fútbol está a la altura de la religión. En Argentina era Dios, era como si los cristianos de hoy hubiesen tenido a Jesús predicando por las calles, claro que en una cancha.

Como dice Sacheri, “la culpa de todo la tiene el tiempo, que se empeña en transcurrir cuando a veces debería permanecer detenido, que nos hace la ‘guachada’ de romper los momentos perfectos, porque si se quedase inmortalizando a los seres y a las cosas en su punto justo, nos libraría de los desencantos”.

Maradona (Getty Images/Getty Images)

Si el reloj se hubiese parado el 22 de junio de 1986, cerca de las 14:00, después de la “Mano de Dios” y del “Gol del Siglo” a los ingleses, que demostraron que el tipo era un vivo y un genio a la vez, nos habríamos evitado el declive, ese que terminó ayer, mucho más tarde de lo esperado… y de lo debido.

Ve con D10S… y descansa en paz, Diego Armando Maradona.

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