Federico Espinosa: La "cacería de farsantes" en Educación

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En los últimos días, la subversión dialéctica de los amantes de la demagogia y del clamor popular, parece haber subido de tono. Muchos de los representantes de nuestra defectuosa clase política manifiestan sus ansias de entregarse, sin mediar reflexión, a la suma de peticiones formuladas por grupos de estudiantes que actúan envueltos en presuntos afanes altruistas, e impulsos constructivistas en materia de educación.

Se aduce incansablemente a la existencia de una crisis del modelo, e incluso algunos más aventurados hablan del fracaso del modelo liberal en el ámbito educacional. Lo anterior, no es sólo manifestación de un sesgo ideológico que procura desplazar toda clase de postura en contrario, y que actúa internándose – a través de una extendida retórica – en el subconsciente de la ciudadanía, sino que implica, a su vez, un desconocimiento absoluto de los clásicos postulados libremercadistas sobre la materia.

Si el sistema de libre mercado estuviese verdaderamente presente en materia educacional, y el Estado, de forma subsidiaria, cumpliera de forma cabal con el rol fiscalizador que le atañe, no enfrentaríamos los problemas que hoy acechan a un sinnúmero de jóvenes estudiantes.

La privatización de la educación con la consecuente aplicación de un sistema de voucher respecto de los grupos más desvalidos, la certificación de colegios y de establecimientos educacionales con sellos del Ministerio de Educación que garanticen su calidad, son sólo algunas medidas propuestas por el Libre Mercado; medidas que nunca han sido objeto de una seria discusión, pero que urge introducir en la agenda pública.

Hoy, en medio de un escenario electoral, de seguro no habrá un sólo candidato que se atreva a plantear temas de este tipo; situación que resulta preocupante, ya que con ello se manifiesta vivamente el avance disuasivo y sigiloso al que han dado lugar las posturas de izquierda.

Nadie niega la crisis en la educación, pero quienes con certeza rayana en la seguridad creemos en el Libre Mercado, debemos – más que nunca – abocarnos a lo que Bill Emmott denominó “la cacería de farsantes” y a destruir esas falacias ad hominem de las que somos objeto.

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