De 14 años, el paquistaní Umar Fidai, habló con la BBC sobre qué lo motivo a acabar con su vida y con las vidas de otros.
“Lo único que estaba en mi mente era que tenía que detonar mi carga lo más cerca de la gente posible. Cuando decidí que era el momento correcto, fue un instante de felicidad para mí. Pensé que habría un poquito de dolor, pero luego estaría en el paraíso”.
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Umar no llegó al paraíso. En vez de eso, lo encontramos bajo custodia policial. No tiene el brazo izquierdo, el derecho está completamente vendado y hay vendajes en todo su torso. El joven está alerta, es amable y habla con una franqueza que desarma.
“El plan era que Ismail se volara cerca del santuario. Yo esperaría a que llegaran las ambulancias y detonaría mi carga cerca de ellas para matar a más gente. No tenía ni una duda antes de hacerlo”, dice.
Sin embargo, el chaleco suicida de Umar no estalló adecuadamente.
Su brazo voló, se abrió el abdomen y cayó inconsciente. Al recobrar el sentido, Umar buscó una granada en su bolsillo.
“Se nos enseñó que si el cinturón no estallaba, debíamos matarnos con la granada. Había tres policías parados cerca de mí, y pensé que si los mataba, aún lograría entrar al paraíso”.
Cuando Umar llevó la granada a su boca para jalar el detonador con sus dientes, un policía le disparó en el brazo.
Imágenes de video tomadas con un celular muestran a Umar tumbado en el piso, mientras la policía se ocupaba de desactivar lo que quedaba del chaleco de explosivos.
BBC