Si bien la delgadez ha sido un objetivo en los países del Occidente, en culturas como la de Mauritania la obesidad femenina es considerada un “plus” de belleza y casi un requisito para casarse.
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En la región sahariana, desde el sur de Marruecos hasta el río Senegal, el ideal tradicional de mujer hermosa (aunque ahora comience a cambiar) es la entrada en carnes, y todo vale para ganar peso.
Afortunadamente, ya son anecdóticas las “granjas de engorde”, donde en el pasado se recluía a niñas en un régimen de internado y se las alimentaba con una dieta hipercalórica de carnes rojas, mantequilla y leche de camella, hasta adquirir la consistencia necesaria para atraer al buen marido.
El engorde o «lebluh»
Hoy en día los métodos de engorde en este país son otros, mucho más modernos: casi nadie habla en público de ellos por ser un tema tabú y no hay campañas educativas para combatir el fenómeno, pero el engorde o “lebluh”, como se llama en el dialecto local, es de sobra conocido.
Las jóvenes mauritanas recurren a pastillas o jarabes para ganar peso que se venden libremente en el mercado, sin necesidad de receta médica; a veces, recurren a productos de engorde animal.
Un gran número de mujeres suele comprar dichos medicamentos, cuyos precios son relativamente bajos, entre 400 y 1.200 uguiyas (entre 1,05 y 3,15 euros), según dijo a Efe un farmacéutico de una célebre farmacia en el barrio Carrefour de Nuakchot.
Según él, dichos medicamentos no presentan riesgos potenciales para la salud, salvo en caso de alergia.