EEUU investiga el tiroteo de San Bernardino como un posible ataque terrorista

En la casa de los sospechosos fue encontrado un arsenal de armas y explosivos, recientemente hicieron viajes en Oriente Medio y tenían contactos con personas musulmanas con puntos de vista extremistas

 

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Estados Unidos seguía una posible pista terrorista el jueves para comprender lo que motivó a una pareja de origen paquistaní a matar a 14 personas en un centro para discapacitados en California, en la peor matanza en tres años en el país.

“Parece que se había radicalizado”, dijeron fuentes policiales a la cadena de televisión CNN, en alusión a Syed Farook, quien junto a su esposa, Tashfeen Malik, irrumpió el miércoles en un almuerzo de Navidad en el centro para discapacitados donde trabajaba, situado en la ciudad de San Bernardino, a 100 kilómetros al este de Los Ángeles.

El tiroteo perpetrado por la pareja dejó 14 muertos y 21 heridos.

Según el periódico The New York Times, que menciona a parlamentarios informados sobre la investigación, Farook había estado en contacto “con extremistas en Estados Unidos y en el extranjero hace muchos años, pero no recientemente”.

El hombre, de 28 años, abatido por la policía junto a su esposa, de 27, tras varias horas de persecución en un gigantesco operativo que movilizó a centenares de agentes locales, del FBI y unidades de élite SWAT, había estado en contacto con cinco personas que habían sido investigadas por la policía federal por sospechas de terrorismo. Pero los investigadores no disponen de pruebas que determinen el vínculo de Farook con un grupo terrorista en particular.

El FBI, que dirige la investigación sobre la matanza, se niega a hablar oficialmente de acto terrorista, pero constató que, visto el arsenal y la minuciosa preparación del ataque, la pareja parecía haber actuado “en misión”.

“Es posible que estuviera vinculado al terrorismo, pero no lo sabemos. También es posible que tuviera que ver con el lugar de trabajo”, dijo el presidente Barack Obama.

Doce artefactos explosivos fueron hallados en la residencia de la pareja, además de una impresionante cantidad de munición: unas 1.600 balas de fusil en un automóvil y otras 5.000 en su vivienda.

Farook y Malik, padres de una niña de seis meses, habían alquilado unos días antes una camioneta 4×4 negra en la que intentaron escapar tras la masacre y donde fueron abatidos.

Farook había estado en la fiesta, organizada por los trabajadores del Centro Regional Inland, aunque aparentemente se retiró después de algún tipo de discusión. Retornó más tarde acompañado de su esposa y ambos vestían ropa de combate y portaban armamento pesado. “Basado en como estaban equipados, tuvo que haber habido algún tipo de planificación. No pienso que solamente fueron a casa, se pusieron la ropa y tomaron las armas en un arrebato momentáneo”, dijo el jefe de la policía local, Jarrod Burguan.

– Un hombre reservado –

Farook, de nacionalidad estadounidense pero de origen paquistaní, era un ferviente musulmán que rezaba dos o tres veces por semana en la mezquita, hasta que dejó de ir hace unas semanas, dijeron algunos fieles que lo conocen, interrogados por la AFP. “Era un hombre reservado, tímido, tranquilo, sencillo, nunca lo vi faltar el respeto a nadie”, contó Gasser Shehata, de 42 años, quien acude a diario a la mezquita.

Malik, de nacionalidad paquistaní, era una mujer que se cubría todo el cuerpo con un velo negro, según los testigos.

Las autoridades investigan acerca de un peregrinaje que la pareja hizo a la La Meca en verano de 2014. En ese viaje, Farook y Malik se casaron, tras haberse conocido por internet.

– Vigilias tras “una matanza indescriptible” –

Mientras persiste la incertidumbre sobre los motivos de la masacre, el teniente Mike Madden, uno de los primeros socorristas que llegaron al lugar de la masacre, describió durante una rueda de prensa “una matanza indescriptible, con personas heridas por todos lados, otras ya muertas, el pánico en el rostro de quienes buscaban protegerse”.

La policía y los servicios de urgencia tuvieron que pasar por encima de cuerpos e ignorar los gritos de algunos heridos en estado de agonía para intentar “localizar al tirador”, que seguía en actividad, dado “el olor a pólvora aún fresco”.

Madden, quien habló visiblemente emocionado, mencionó escenas de “caos” con sirenas de alarma que sonaban, agua del sistema contra incendios que corría, gritos de heridos “que sufrían”. Dijo que la escena era “surrealista”: un árbol de Navidad, las mesas decoradas para este almuerzo organizado para celebrar el fin de año.

Los habitantes de esta ciudad desértica de California realizaron vigilias el jueves en homenaje a las víctimas, cuyas edades iban de 26 a 60 años y la mayoría era originaria de pequeñas ciudades aledañas.

“Es una tragedia, pero debemos decir que no tenemos miedo”, afirmó Dorothy Andrews, de 74 años, con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa, mientras sostenía una vela en un estadio en el que se habían reunido varios miles de personas.

La asociación musulmana, que teme un recrudecimiento de las hostilidades contra su comunidad, organizó también varias vigilias en homenaje a las víctimas.

 

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