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¿Qué es el partido Pirata, favorito para gobernar en Islandia?

La caída del jefe de gobierno de Islandia y el llamado a elecciones anticipadas podrían beneficiar al Partido Pirata, una pequeña agrupación fundada en 2012, que hace de la transparencia su punto fuerte y que ya supera 43% de intención de voto.

Este partido ha emergido como favorito en Islandia tras la tormenta política y posterior crisis de gobierno provocada tras la implicación del primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson, en el escándalo de evasión fiscal revelado por los «Panamá Papers’.

Los islandeses no saben lo que es el desempleo y viven en una sociedad pacífica con un Estado del bienestar eficaz, pero están tan hartos de sus políticos que parecen dispuestos a llevar al poder al Partido Pirata contestatario.

Todavía falta tiempo para las elecciones legislativas, previstas para la primavera de 2017, pero las encuestas son claras: la opinión pública se decanta por «Piratar», con un 41,8% de intención de voto, según un sondeo publicado el 28 de enero.

¿Qué es el partido Pirata?

Todo empezó en 2006 cuando Rickard Falvinge fundó la formación Piratpartiet (el Partido Pirata), una evolución de la ONG Piratbyrån (la Oficina Pirata) y de la web ‘The Pirate Bay’ que defendía el libre intercambio de archivos en Internet.

El objetivo de este partido pasaba por defender la privacidad de las personas y reformar las leyes ligadas a los derechos de autor. Poco después, el partido se extendió por otros países (Australia, Alemania República Checa, Suecia, Ucrania y el Internacional con sede en Bruselas) recogiendo las indignaciones de la sociedad y convirtiéndose en una opción a las formaciones tradicionales. Sus ideales: fomentar la participación ciudadana y la transparencia de los gobiernos, reformar la democracia, la libertad de expresión

En el caso de Islandia, en 2013 consiguieron entrar en el Parlamento y su ascenso ha seguido hasta colocarse, en la actualidad, como el partido con más seguidores en el país, según las últimas encuestas.

Un ascenso que ha sorprendido incluso a los miembros de esta formación contestataria, fundada por una militante de WikiLeaks, Birgitta Jonsdottir.  A la pregunta de si están preparados para gobernar, la diputada Asta Helgadottir, de 25 años, contesta con un «no» rotundo.

«Pero creo que cuando hay que lanzarse, hay que lanzarse. Si conseguimos tantos sufragios, seremos los primeros en tener el derecho de formar gobierno. Tendríamos el deber (…) de encargarnos de ello», adelanta.

La falta de experiencia de este partido que entró en el parlamento en 2013 no asusta a los islandeses, deseosos de romper con la connivencia de la clase política con el sector financiero revelada tras el colapso del sistema bancario en 2008. Andrea Gudmundsdottir, una chef de 54 años, simpatizaba con la oposición de izquierda, en apuros en los sondeos. Ahora comulga con este partido libertario.

Quiere enviar un mensaje a todas las formaciones tradicionales, «en particular al Partido de la Independencia y al Partido del Progreso», miembros de la coalición gubernamental de centro derecha. «Para decirles que estamos hartos de la política que llevan a cabo».

Helga Vala Eysteinsdottir, una camarera de 24 años, interpreta el auge del Partido Pirata como «un paso en la buena dirección». «Estoy segura de que el partido conseguirá buenos resultados el año que viene. Y confío en ellos para gobernar». De lejos resulta difícil entender qué provoca tal descontento. No se vislumbran motivos como los que auparon a Syriza en Grecia o a Podemos en España.

El índice de desempleo terminó 2005 en el 1,9%. Y la capacidad adquisitiva mejoró con las subidas salariales. Las desigualdades son muy inferiores a las de otros países y el boom financiero las ha limado todavía más. La esperanza de vida es muy alta (83 años) gracias a un sistema sanitario eficaz. Como el país no tiene problemas de delincuencia importantes, la justicia pudo centrarse en los banqueros responsables de la crisis financiera. Una treintena de ellos fueron condenados.

Uno de los temas recurrentes del debate político es la frustración por las reducciones de impuestos concedidas por el centroderecha a los más ricos. El Partido Pirata estima que es una prueba de un sistema político elitista, opaco, reformado pocas veces desde la independencia en 1944.

Bajo el gobierno de izquierda (2009-2013), Islandia lanzó un proyecto espectacular de nueva Constitución. Los ciudadanos participaron en la redacción de un nuevo texto, que fue aprobado en referéndum por el 66% de los votos pero quedó estancado en el parlamento.

«Funciona todavía como en el siglo XIX», afirma Helgadottir refiriéndose al parlamento. Tanto ella como los demás diputados de Piratas centran su actividad en el congreso en sus temas predilectos (transparencia de la vida pública, derechos humanos y protección de las libertades individuales en Internet), con pocas propuestas en materia de política económica.

Stefania Oskarsdottir, profesora de ciencias políticas en la universidad de Islandia considera que los Piratas no seducirán por mucho tiempo a un amplio espectro del electorado que va de la extrema izquierda al centro derecha. Recuerda que la fundadora de los Piratas «considera que el partido es de izquierda y se siente tentada por la idea de formar una alianza electoral con las formaciones de izquierda», lo que no será del gusto de todos.

 

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