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La desconfianza marca el enésimo acuerdo de alto al fuego en Siria

Estados Unidos y Rusia acordaron detener los ataques por 48 horas dese hoy, con la posibilidad de una prolongación ilimitada. Ni Washington confía en Moscú, ni la población siria en los acuerdos de las potencias.

Una vez más desde que se iniciara la guerra civil en Siria, en 2011, Estados Unidos y Rusia firmaron un pacto de cese al fuego en todo el país salvo en zonas «terroristas», según informó el Ejército ruso. En Ginebra, Suiza, Serguéi Lavrov y John Kerry acordaron detener la actividad militar por 48 horas desde hoy, por lo que el fin de semana tanto las tropas leales al presidente al Asad como las fuerzas rebeldes intentaron avanzar sus posiciones lo más posible.

El acuerdo busca unir fuerzas entre ambas partes para hacer frente al autodenominado Estado Islámico en Alepo y el norte de Siria, donde se ha visto debilitado por la irrupción de las fuerzas turcas. El Pentágono duda del acuerdo, que significaría tener que compartir información de inteligencia con su contraparte rusa. Argumentan que esto puede fortalecer a las tropas de Bashad al Asad, el presidente sirio.

Esto ha provocado desconfianza en la población siria, la principal víctima de la sangrienta guerra. Obligados a escapar de su país hacia el norte y Europa, han visto cómo la situación se va desarrollando según los acuerdos y desacuerdos entre Estados Unidos y Rusia. Mientras el presidente ruso Vladimir Putin considera al gobierno de al Asad como legítimo y fundamental para la estabilización de Siria, Barack Obama cree que el autoritarismo del gobierno sirio es parte del problema.

Así se lo han llevado desde hace más de cuatro años, con acuerdos perdidos en la arena del desierto y la guerra. En 2012, fue el ex secretario general de la ONU Koffi Annan quien ofició de mediador y fiscalizador del primer alto al fuego acordado entre las partes. Annan fracasó en su cometido, y luego de esto fueron Washington y Moscú los que se encargaron directamente del asunto. En 2014 las posturas entre gobierno y oposición sirio se acercaron, pero fue tan solo un amague.

La entrada directa de Rusia en el conflicto, apoyando militarmente al gobierno de al Asad, ocurrió justo cuando la victoria rebelde parecía asegurada. Esto ha provocado que la guerra se haya alargado por más de un año, con acuerdos violados por las partes desde febrero, llegando a un punto álgido con la batalla de Alepo, en la que también participa el autodenominado Estado Islámico. La población civil, entonces, ya no cree cuando les vienen con cuentos de paz.

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