El ministerio de Vivienda y la Cámara Chilena de la Construcción presentaron una iniciativa que busca, entre otras cosas, que los trabajadores “cuiden el lenguaje, evitando gritos y molestias a los peatones”. Esta medida se refiere a la tradicional práctica del piropo.
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Pero ellas defienden el piropo obrero, consultadas por este medio en el centro de Santiago y en Las Condes. “Es parte de la tradición popular. Además, aunque lo norman, igual ellos van a seguir haciéndolo a su modo”, dice Loreto Castillo (19, de Puente Alto). “El piropo tiene que ser espontáneo, como lo es la cultura del obrero. Nunca me han dicho uno feo”, opina Marlene Castillo (39, vendedora, Vitacura). “Más que prohibir hay que educar”, remata Karina Rojas (26, estudiante de Maipú).
El Sindicato de Trabajadores de la Construcción también pone el dedo en la llaga y advierte la eventual agonía del piropo popular. “Así hablamos nosotros”, dijeron en una declaración.
Protocolo
Esta semana se suscribió el protocolo “Buen constructor” entre las autoridades chilenas, que establece una serie de compromisos que buscan minimizar la molestia que puedan causar los trabajos. Otras medidas.
• Comer en los lugares habilitados dentro de la obra y en los horarios de colación, e ingresar y salir de la obra en horarios determinados.
• Avisar a los vecinos directos la fecha de inicio de la obra, tiempo de duración y etapas del proyecto
• Tener un pizarrón que indique el tipo de obra que se realizará, eventos relevantes y sus plazos de construcción
• Disponer de un espacio para recibir inquietudes y reclamos