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Pedro Vargas, músico no vidente, y Gladis Bustos, su incondicional guía y compañera, quienes llevan 35 años casados, son un ejemplo de esfuerzo y superación.
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Su vida, un transcurso de luces y sombras, dio un repentino vuelco el 3 de febrero de 2007, cuando una fuerte explosión de gas ocurrida la calle Serrano, en el tradicional barrio de Valparaíso, arrasó su vivienda. Sin embargo, la pasión que Pedro siente desde los siete años por su acordeón, y la enorme dedicación con la que Gladis ilumina diariamente los pasos de su marido, son el motor que mueve a la pareja a acudir todos los días, desde 1983, a deleitar a los clientes de la galería de arte de Viña del Mar con sus clásicos temas.
Insólito resulta que ninguno de los locatarios, aún conociendo la historia de este singular equipo quien se gana la vida arrancando sonrisas con tan honrada labor, sea capaz de identificar sus nombres.