Nadie podría decir que nunca ha tenido una amiga papiche. O que no lo han pillado loreando en algún lugar indebido. O lo que es peor, que se le ha pasado la cuenta con las piscolas y ha quedado bastante cufifo.
Bueno, todos estos extraños chilenismos han sido reconocidos por la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y han sido introducidas en su diccionario oficial.
Al respecto, el Guaripola guachaca Dióscoro Rojas, líder de los millones de chilenos autodeclarados guachacas, se pone más contento que perro con dos colas al enterarse de la noticia. “Yo creo que la RAE necesita revitalizarse, y la capacidad que tenemos los chilenos para inventar palabras les sirve mucho”, señala el ícono popular, agregando que los chilenos “adoptamos para adaptar y esta renovación del lenguaje es permanente. Eso es parte de la capacidad creadora que tiene el pueblo para comunicarse”.
La lindura, ex reina guachaca, Javi Acevedo, está feliz con la inclusión de la piscola y de otras palabras en el diccionario de la RAE, y al respecto señala que “cuando tu vas a cualquier otra parte y escuchas los modismos locales, te dan ganas de saber que están hablando. Así que hacer oficiales estas palabras contribuye a eso, a conocer más el lenguaje local y la cultura popular de otros países”.
Según Dióscoro, “la lengua como expresión, como lenguaje es mucho más fuerte desde lo popular y eso es algo que no tienen las elites”. El guachaca mayor concluye que lo que esto demuestra es “que acá no existe la cultura, existe la chilenidad y eso lo está diciendo la RAE”.
El profesor y escritor experto en el uso de la lengua, Jaime Campusano, señala que es natural que la academia registre los chilenismos, conforme pasa el tiempo, puesto que el lenguaje se mantiene en una constante evolución producto de la “masa parlante”. Para él, no sería raro que “pronto se integren el ‘cueck’, el ‘cri cri’, el ‘chan’, y muchas otras formas de comunicarse que hoy en día se utilizan”.
Esto, porque según él, no es que la RAE acepte o no algunos modismos, más bien es que “tiene la obligación de hacerlo porque los habla la masa parlante. Acá no hay críticas que valgan puesto que somos todos dueños del lenguaje”.
Respecto a la capacidad de comunicación de los chilenos y las falencias que tenemos, el profesor plantea que eso no pasa por el uso de la palabra. “Lo que pasa es que el chileno articula y pronuncia mal. Además, uno se puede expresar como quiera, siempre y cuando el contexto lo permita. Lo que se llama la ubicación idiomática, que es distinguir la situación y sobre ella interactuar idiomáticamente”.
El periodista y escritor Héctor Velis-Meza también es experto en la materia y declara que desde su perspectiva “la lengua hoy, más que nunca, es lo que la gente determina. Es decir, el diccionario debe ser el reflejo de cómo habla la gente en Chile, porque cumple una función bien específica, que es definir una palabra, pero no opinar sobre esa palabra”.
Respecto de los mecanismos que utiliza la RAE para incluir nuevos términos, el académico nos aclara que ya no es éste el órgano rector del lenguaje, sino que es la Asociación de Academias de la Lengua, por lo tanto “hay 22 academias que deciden cuáles son las palabras que van al diccionario. Esto es mucho más democrático porque la mayor cantidad de hablantes de castellano está en América Latina, no en España”.
Velis-Meza concluye que lo que hace la RAE es “recoger un sentimiento, interpretando a la gente, que siempre tiene que ser la que tenga la última palabra sobre el lenguaje, no el académico, que es quien debe estudiar este fenómeno”.
Finalmente, el profesor Campusano señala que la creatividad criolla en la producción del lenguaje no tiene límites, señalando que “somos líderes en construcción idiomática propia en Latinoamérica”.
Algunas de las palabras nacionales en cuestión integradas por la RAE.
Si es de los que se complica al hablar y no le gusta hacer el ridículo, déjese de alaraquear y comience a utilizar sin miedo y con toda propiedad palabras como papiche, clavadista, queque, criterioso, enmantequillar, olorosar, guatero, nana, ripiar, olorosar, amononar, matonaje, multicancha, piscola, servicentro, cufifo, cebollento, mapear, sapear, lorear, cacharriento, amasandería y chanchullo, por nombrar solo algunas.