Mujer dedicó insólito agradecimiento a delincuente que le robó su celular en Meiggs

La carta fue escrita por una joven profesora universitaria, luego de ser víctima de un hurto el miércoles 16 de diciembre en las calles del concurrido Barrio Meiggs.

Las redes sociales se han transformado en un espacio de desahogo para diversas situaciones y muchas veces, esas historias se viralizan por su particular contenido.

Ese es el caso de la particular carta que Belén, una joven profesora universitaria, dedicó al sujeto que el día miércoles 16 de diciembre le robó el celular en medio de las calles del concurrido Barrio Meiggs.

La carta, que ha sido compartida y bastante comentada, agradece entre otras cosas, la destreza del asaltante que sustrajo su celular de entre sus pertenencias.

“Me gusta el trabajo bien hecho, aplaudo su destreza. Solo dos veces había sido asaltada antes: en la primera, el malhechor tiró con fuerza mi cartera jipi que rompió, hiriéndome como con una quemadura esa zona suave y sensible que queda entre el cuello y el hombro”, relata la joven.

“La segunda vez me sentí tanto más humillada porque quienes cometieron el acto vandálico eran dos jóvenes aun imberbes. Caminaron hacía mí y yo ya sabía que algo harían: una vez que estuvieron cerca, uno de ellos me empujo enérgicamente hacia la pared aplastando mi sagrada pechuga izquiera al mismo tiempo que arrancaba una cadena de plata que me compré en Buenos Aires y que no costaba más de cinco mil pesos”, agrega. 

En su misiva -la que pueden leer completa  acá– Belén destaca y agradece “una labor ejecutada de manera fin” y le asegura a su asaltante que “no somos tan distintos”.

“Nuestros oficios -la escritura y el robo- precisan de hacer las cosas con movimientos secos, pero gráciles”. 

Pero más que eso, la extensa carta, donde la joven no condena a su asaltante, deja ver una crítica a la forma en que la sociedad chilena perpetua situaciones de violencia y pobreza, sin dejar a quienes tienes menos oprtunidades, buscar caminos diferentes.

“Hay dos cosas que nos diferencian: la primera, usted tiene un celular y yo no. La segunda, yo recibí una educación no carísima pero sí privilegiada. Mis papás no invirtieron en tecnología, jamás tuve Súper Nintendo ni Coca Cola todos los días. Ellos no viajaron ni una sola vez al extranjero, ni compraron nunca un auto del año, pero pagaron tiempo y plata porque yo leyera, escribiera y conociera mucho y eso es algo, mi amigo, que usted, lamentablemente no vivió”. 

“La gente dice que todos podemos elegir, que los pobres pueden optar a una vida distinta. No me jodan, yo hice lo mismo que hicieron mis padres y hermanos: estudiar, ir a una buena universidad y buscarme una pega linda. No fui astronauta, no fui alfarera, no fui doble de películas de acción. Hice lo que vi, y usted también, quién soy yo para condenarlo”.

“Me duele que usted haya visto usurpación, abuso y violencia y lo haya reproducido. No es justo, como no es justo que usted se haya llevado mi celular, pero eso, por la rechucha, es un objeto, lo suyo es su vida, y la de sus hijos, y capaz que la de sus nietos. A usted sí que se lo cagaron. Vénguese. No vale. Haga justicia. Yo lo ayudo”, concluye la carta.

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