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El nuevo desafío de Conin y Fernando Monckeberg

A un mes de cumplir 90 años, y luego de trabajar por cuatro décadas para erradicar la desnutrición infantil en Chile, el director de esta fundación y destacado especialista, se enfrenta a un nuevo desafío: darle un giro diferente a la institución que ha liderado por tantas décadas. En Publimetro hace un balance de lo que ha sido su trabajo en Conin y del nuevo aire que tomará en los próximos días.

Premio Nacional de Medicina, médico pediatra, profesor, investigador y economista, todo en la Casa de Bello. Fundador del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos en la Universidad de Chile (Inta) y por supuesto, presidente de la Corporación para la Nutrición Infantil (Conin). Intentó incluso, sin éxito, presentar su candidatura a la Presidencia de la República y ahora, a un mes de cumplir 90 años, el Dr. Fernando Monckeberg lleva con orgullo una lista de logros profesionales y personales que cualquiera envidiaría.

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Uno de ellos, quizás el más importante, ha sido su trabajo durante 41 años a la cabeza de Conin, fundación donde logró que Chile se convirtiera en el único país de latinoamérica que ha erradicado la desnutrición infantil por completo. Un ciclo que en estos días cierra con la tarea cumplida, pero también con nuevos desafíos que llegan de la mano de nuevas necesidades en el país.

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Conin nació en 1975 como consecuencia de un serio problema de pobreza y desnutrición en Chile. Surgió como una fundación privada y sin fines de lucro, cuyo objetivo era tratar a los niños desnutridos del país con edades entre los 0 y 4 años, porque en los hospitales el tratamiento era muy deficiente.

“En esa época teníamos la tasa de desnutrición más alta de todo Sudamérica, y en los hospitales había tanta contaminación que los niños con desnutrición fácilmente contraían infecciones intrahospitalarias y fallecían con una mortalidad del 40%. Decidimos hacernos cargo de ese problema y con Conin construimos 34 pequeños hospitales/ centros con 50 a 60 camas cada uno y desde Arica a Coyahique. En total teníamos entre 1.700 y 1.800 camas para lactantes, versus las 300 en total que tenían todos los hospitales en ese tiempo. Hasta este año hemos atendido a unos 95 mil niños”, explica el especialista.

“A los pocos años ya habíamos disminuido los desnutridos graves y en función del tiempo y la mejoría, fuimos cerrando los centros en lugares más chicos donde ya no eran tan necesarios”, cuenta Monckeberg. En la actualidad cuentan con 8 centros en: Arica, Valparaíso, Santiago, Chillán, Concepción, Los Ángeles, Temuco y Valdivia, los cuales no tienen más de 50 camas cada uno, y la tasa de desnutrición ha bajado a un número inferior al 0,1%.

“En un punto nuestra disyuntiva fue, ¿Cerramos Conin? Parecía lógico, porque fue creada con un objetivo que se cumplió en estos 41 años y ya no tenía sentido seguir. Pero en ese momento el Minsal apareció proponiéndonos que en vista de lo eficiente que fue nuestra campaña durante estas cuatro décadas, poder utilizar la misma infraestructura con la que ya contamos. Lo conversamos, vamos en un muy buen pie y tomaremos un giro hacia otro tipo de enfermedades que afectan a los niños hoy, las crónicas”, clarifica el Presidente de Conin.

Los nuevos aires

“Es verdad que este cambio no me agarra con la misma energía de antes”, dice entre risas el doctor, mientras confirma que en pocos días más, el Ministerio de Salud debería anunciar el nuevo rumbo que tomará Conin.

“Estamos ya en un buen puerto para empezar una nueva etapa en la fundación. La idea es que nos hagamos cargo de niños con enfermedades complejas y crónicas, con la particularidad de que su tratamiento implica un alto costo en hospitales y constituyen un problema. Para ellos un día cama cuesta al rededor de 240 mil pesos, pero nosotros sumaríamos las camas que Conin dispone actualmente a un menor precio. Quizás en el futuro incluso existiría la necesidad de incrementarlas o de comprar un nuevo tipo de cama si el sistema funciona”, explica. 

Conin dará un giro y se enfocará en enfermedades genéticas, metabólicas complejas o congénitas. “Antes tratábamos enfermedades que dependían de problemas socioeconómicos, pero ahora ayudaremos a las personas que no pueden pagar esos tratamientos. Es un gran desafío porque nosotros estamos acostumbrados a otro tipo de metodología. En el caso de la desnutrición es bastante rutinario, igual para todos, con la misma estimulación, rutina y trabajo con la familia. Ahora a los niños hay que tratarlos uno a uno, todos tienen enfermedades distintas a las de los otros, con diferentes regímenes, tratamientos, exámenes, laboratorios y eso nos implicará tener un equipo de profesionales capacitados en 4 turnos para estar las 24 horas del día disponibles. Es otro precio y otro costo para hacernos responsables y además hay que hacer dinámico el proceso entre nosotros y los hospitales o consultorios”, agrega el director del Inta.

Más de 5 mil diagnósticos diferentes son los que podrían calzar dentro de la nueva misión de Conin, todos con su propia particularidad y tratamientos. La idea, según afirma el profesional, es darle el mejor servicio, con la mejor eficiencia y al menor costo posible. Algunos de los factores que considerarán serán: que los pacientes pertenezcan a un grupo socioeconómico bajo y que su enfermedad sea crónica. La mayoría se relaciona con el aparato respiratorio, digestivo, con malformaciones genéticas, problemas para absorber nutrientes, entre otras características.

A su vez el doctor agrega que como país tenemos que darnos con una “piedra en el pecho”, pues somos el único país de América Latina que logró erradicar la desnutrición. “Para países como Argentina (que copió el modelo de Conin en 1993), Perú, Ecuador y para qué hablar de Centro América, la desnutrición aún es problema de primera magnitud. En cambio aquí nuestro único dilema es ver dónde estarán las ubicaciones más adecuadas, en qué ciudades y regiones, para instalar nuestros centros y seguir la nueva tarea que emprenderemos”, declara orgulloso Monckeberg.

El panorama actual en Chile

Ha cambiado la situación de nuestro país en las últimas décadas. Si hace 41 años el principal problema era la desnutrición en los niños, hoy lo es la obesidad con una tasa que ha incrementado al 10,3%. Incluso, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de acuerdo, presentado en marzo, donde le solicitan a la Presidenta incluir la obesidad mórbida dentro de las patologías del Plan Auge y del Sistema Ges.

“Creo importante luchar contra la obesidad, junto con ella hay un montón de enfermedades asociadas que son realmente preocupantes como la diabetes, hipertensión y muchas otras. La alta tasa en niños hoy en Chile es algo que me preocupa y aún le busco una explicación. Antes uno estaba acostumbrado a que fuera poco frecuente, veía un adulto con el abdomen abultado y era solo una forma de demostrar que había tenido una buena vida. Ahora los médicos vemos una epidemia a nivel global y no solo en países emergentes, sino que también en desarrollados, que tiene características muy propias. Es una epidemia de los pobres, lo cual me parece absolutamente absurdo, es raro, como también lo es hablar obesidad en niños”, enfatiza el profesional.

Además aclara que le preocupa que los mismos grupos socio económicos que antes tenían desnutrición grave ahora tengan niños obesos, que sea más común en escuelas municipales, que en las subvencionadas o pagadas -donde es aún menos frecuente- y clarifica que que en el Inta han estudiado con mucha preocupación estos factores. “Así como tuvimos que investigar 10 años antes la desnutrición para tener una idea clara de qué hacer y cómo hacerlo, ahora hay muchas preguntas en las que hay que trabajar para resolver la obesidad y poder combatir de raíz el problema”, remata.

A pesar de que el Dr. Monckeberg sigue con la misma motivación que en 1975 lo llevó a encabezar el proyecto Conin, cuando se le pregunta por el futuro de la fundación sin él reflexiona melancólico que “hay que prepararse para lo que venga”.

“Es complejo porque esto sigue siendo una fundación sin fines de lucro, ni el directorio, ni el presidente pueden tener pagos. Es gratuito y no siempre encuentras gente que quiera hacerse cargo de un lío tan grande por bolitas de dulces”, afirma entre risas, “Aunque igual mientras me den las energías y la salud aquí estaré y las personas indicadas aparecerán después”, finaliza.

PB/MC

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