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Gásfiter de Temuco vende riñón para devolver el dinero que gastó de sus clientes

“Estuve mirando en el computador, busqué qué pasa si uno tiene un solo riñón y me di cuenta que no me afectaría en nada prácticamente, salvo que tendría que hacer menos ejercicio porque se me reduce la respiración”, sostuvo el hombre.

 Luis Sandoval, un gásfiter de 51 años y que vive en Temuco, tomó la decisión de vender un riñón a través de internet. ¿La razón? Se siente desesperado tras gastar el dinero de tres clientes sin realizar el trabajo comprometido.

«Publiqué el lunes en Yapo.cl que ofrecía un riñón en vida. Mi pareja no está de acuerdo, pero yo estoy desesperado, estoy pasando por graves problemas económicos,debo dinero, y no tengo como pagarlo», sostuvo a SoyChile.

Esto luego que el único cliente que firmó contrato con el hombre lo amenazara con ir a la justicia para recuperar los $400 mil que le pagó, lo que se suma a los $1.400.000 que debe en total si se suma lo adeudado a los otros dos empleadores.

«En total la deuda es de un millón 400 mil pesos, pero a eso hay que sumar que por un tema derivado de la justicia en Santiago tuve que recibir a una hija mientras se realiza un juicio y no tengo donde tenerla, pues yo vivo junto a mi pareja en una pieza que me pasa mi mamá», relató.

Sobre la decisión que tomó, señaló que «estuve mirando en el computador, busqué qué pasa si uno tiene un solo riñón y me di cuenta que no me afectaría en nada prácticamente, salvo que tendría que hacer menos ejercicio porque se me reduce la respiración».

«Para mí se logran dos objetivos, el primero que puedo con esta acción ayudar a alguien que requiera de un riñón, y ese alguien a su vez me puede ayudar a mí. Sé que es ilegal vender un riñón, por lo que lo ofrezco. No estoy diciendo que quiero $ 5 millones, $ 10 millones, lo que quiero es dormir tranquilo y para eso me basta un aporte a cambio de mi riñón», afirmó.

Por último, aseguró que «yo no le puse precio al riñón, es lo que me quieran regalar por él, incluso estaría dispuesto a ofrecer un pulmón, cualquier parte del cuerpo que no me afecte en lo laboral. La verdad es que estoy deseperado, reconozco que el error fue mío al gastarme el dinero de mis clientes, pero ahora por los cobros me llaman todos los días, me van a buscar a la casa para cobrarme, a veces prefiero demorarme caminando por la orilla del río para no estar en la casa».

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