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Las cinco teorías falsas que dominan el aprendizaje de los estudiantes

Este viernes 22 de julio se conmemora el día mundial del cerebro, el que surgió desde la Federación Mundial de Neurología para dar importancia a las diferentes enfermedades que se presentan relacionadas con el cerebro, pero además de dar énfasis a los trastornos cerebrales, existen algunas teorías del ámbito de la neurociencia que se han tomado como ciertas por años y no lo son realmente, a lo que se le denomina “Neuromitos”.

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De acuerdo al doctor Pedro Maldonado, quien es integrante del Instituto de Neurociencia Biomédica y Centro de Neurociencia de la Memoria de la Universidad de Chile, explica que los neuromitos son “creencias que están equivocadas o que no tienen fundamento científico que las respalden, por lo que se aplican de forma errónea en distintos ámbitos”.

Estas malas interpretaciones de experimentos científicos que se extrapolan y se cree que pueden interpretar en varios ámbitos del conocimiento, son comunes de encontrar en el área educacional, presentado dentro de los más renombrados a: utilización de sólo el 10% del cerebro, efecto Mozart en niños pequeños, utilización de hemisferio izquierdo y derecho de forma diferenciada, ambientes enriquecidos y los distintos estilos de aprendizaje.

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Todas estas teorías han ido tomando fuerza con el paso de los años, e incluso con la aplicación estratégica de estilos de aprendizaje en los estudiantes, de tal modo que los profesores diferencian a sus alumnos por el método en el que adquieren el conocimiento: visual, kinestésico o auditivo.

La aplicación de diferentes test y las futuras clases diferenciadas, las ha evidenciado el doctor en psicología Paulo Barraza, quien es especializado en neurociencias cognitivas e investigador del Centro de Investigación Avanzada de Educación (Ciae) de la Universidad de Chile, al constatar que se separan a los niños y niñas para enseñarles las materias de forma diferente.

“Cuando un profesor aplica un test o sets de preguntas a sus estudiantes para evaluar estilos de aprendizaje y obtiene que la mitad del curso es visual y el otro auditivo, entonces aplica diferentes clases para explicar la materia, cuya adaptación no genera ningún efecto, porque el realizar clases diferenciadas no hace que aprendan de mejor manera, por lo que termina siendo un gasto de recursos”, demostró el investigador del Ciae.

El segundo de los neuromitos aplicados en el área de educación es la utilización parcelada del hemisferio izquierdo o derecho, la que sostiene que al hacer un mayor uso del lado izquierdo crea personas más analíticas, en cambio al emplear el sector derecho los estudiantes suelen ser más creativos, teoría que tampoco tiene evidencia empírica, pero de igual modo los docentes lo utilizan para hacer cambios en sus clases.

“Los profesores toman estas formas y diferencian a los niños y niñas, dejándoles claro que ellos aprenden de una manera u otra, situación de lo que no existe evidencia para comprobarlo. A pesar que no existen datos científicos de los efectos que puede llegar a tener en los estudiantes, es evidente que hacerlos pasar por el proceso de “etiquetado” no les favorece porque se les está encasillando”, agrega Paulo Barraza.

La utilización de sólo el 10% del cerebro es la tercera teoría que ha sido asumida como certera no tan sólo por docentes y estudiantes, sino que gran parte de la población asume como verdadera la creencia, lo que desmitifica el doctor Pedro Maldonado, al señalar que la visualización de la actividad metabólica del cerebro arroja que funciona casi en un 100%.

“La gente piensa que hay pedazos del cerebro que no están funcionando o lo hacen a un nivel muy bajo y se podrían despertar con efectos extraordinarios, pero esto no pasa porque al mirar la actividad metabólica del cerebro se observa que al hacer la mayoría de las cosas a diario casi todo el cerebro está involucrado, por lo que no hay pedazos del cerebro callados, se sabe que las neuronas están constantemente cambiando sus conexiones”, agregó el doctor Maldonado.

Otro de los mitos es el del “Efecto Mozart”, creencia que acepta que el escuchar música clásica o más bien relajada origina consecuencias beneficiosas para el desarrollo mental de los menores de hasta los tres años, lo que tampoco tiene sustento científico.

“La gente cree que la música de Mozart va a hacer más inteligente a la guagua, pero está demostrado que eso no ocurre porque cuando las embarazadas ponen música sus futuros hijos ni siquiera tienen desarrollado el cerebro por eso ni escuchan”, agregó el integrante del Instituto de Neurociencia Biomédica

Todos estos neuromitos sumados al de los ambientes enriquecidos, que sostiene que el tener varios estímulos en la primera etapa escolar produce un desarrollo superior han sido dados de baja, el ejemplo de este último lo explica el psicólogo Barraza especializado en el área, quien sostiene que “la idea surgió de un estudio hecho en ratas a los que luego de sacarlos de su ambiente normal se les privó de estimulación, para pasar un ambiente con mucha estimulación generando diferencias grandes, pero eso no se puede extrapolar a las personas porque los niños no tienen ambientes extremos»

Desde el Consejo Nacional de Decanos de Facultades de Educación de Chile (Confauce), su presidente el decano de la facultad de Educación de la Universidad de Concepción, Óscar Nail, expresó que actualmente no tienen programas diferenciados, pero a futuro piensan integrar temas relacionado con los grados de vulnerabilidad, no tomando en cuenta loas denominados “distintos modos de aprendizaje”.

“Me parece que en los programas de educación se están desarrollando estilos más constructivistas, lo que quiere decir que los contenidos deben tener un eje más práctico, con investigación-acción a raíz de las necesidades de los alumnos, de un contexto más apegado a lo sociológico. Todas las pedagogías están reformulando los planes y programas para ver si se acomodan las formas que los profesores enseñen a sus alumnos y ver las necesidades actuales que existen, pero lo principal sería enfocarlo a los problemas que se dan en el aula por los contextos de vulnerabilidad”, aseveró Óscar Nail.

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