Opinión

Columna de Juan Manual Astorga: "Por qué lo dejaron solo"

Nadie está blindando a Joaquín Lavín. Está solo contra el mundo educacional

Hagamos un ejercicio comparativo. No ha habido autoridad de Gobierno que en los últimos días no haya salido a darle duro a los ex ejecutivos de La Polar. Desde el propio Presidente Sebastián Piñera hasta el director del Sernac, pasando por tres superintendentes, la ministra del Trabajo y casi todo el espectro político, cada quien ha expuesto su crítica. En el Gobierno todos los actores que tienen algo que decir han hablado y con un mismo discurso de cuestionamiento a la actitud delictual que tuvo la multitienda. 

¿Cuántos ministros, además de la vocera (que sólo está haciendo su pega), han salido a respaldar al ministro de Educación en medio de la crisis del sector? Ni uno solo. El silencio es brutal. El Presidente se ha referido al tema en una sola oportunidad (y de manera general, sin entrar al fondo), el ministro del Interior ha hablado de los desmanes pero no de las exigencias y… sería todo. Nadie está blindando a Joaquín Lavín. Está solo contra el mundo educacional. 

¿Habrá alguna explicación que permita entender por qué no lo apuntalan?

Lavín está en un terreno demasiado pedregoso. Los que protestan no son sólo los estudiantes secundarios y universitarios, sino también el Colegio de Profesores, los académicos de las universidades públicas y hasta el propio Consejo de Rectores. Todo el espectro en su contra. 

El ex candidato presidencial la tiene difícil. A nivel escolar, no tiene claro con quién se debe negociar. Los dirigentes de ese movimiento son varios, no tienen dueños y pareciera que no tienen base. 

Con los universitarios, la cosa no está menos difícil. La Confederación de Estudiantes, Confech, se radicalizó políticamente y aún cuando cuenta con dirigentes de centro, los sectores que están a la izquierda del Partido Comunista han levantado más demandas que las sólo estudiantiles. Están pidiendo asambleas constituyentes, aumento de impuestos y que se renacionalicen los recursos naturales. Exigencias que van mucho más allá del tema educacional y que, a ojos de la Alianza y la Concertación, son imposibles de acoger. La propia Camila Vallejo, presidenta de la Confech, estuvo a punto de salir del cargo porque, aunque comunista, los que están a la izquierda de su ideología lograron imponer exigencias adicionales que dificultaron todavía más un diálogo que más bien parece monólogo. 

Los rectores le agregaron otra dificultad a la historia al rechazar la última propuesta del ministerio. Quedaron mucho más cerca del lado de los alumnos y Lavín cada vez más solo. 

El ex alcalde apostó por anticipar las vacaciones de invierno en los colegios en toma, apostando seguramente a que el movimiento se diluya. Una estrategia que más parece una táctica de corto alcance y de poca efectividad. Podría estar esperando también el desgaste del movimiento universitario, a raíz de su politización. Visto que ese movimiento estudiantil es potente y que reunió ayer a más de 100 mil personas, es improbable que eso ocurra en el corto plazo. Apostar a que factores como el frío o la lluvia podían haber debilitado la concentración es no conocer a los jóvenes. Habrían marchado igual. 

Aguardar que el comienzo de la Copa América distraiga la atención nacional es como apostar según lo que diga el horóscopo. 

El ministro más famoso de la UDI llegó a esta encrucijada en su cargo luego de haber sorteado con éxito otras dificultades. Logró cumplir con las exigentes metas de devolver a clases y en un corto plazo a los estudiantes cuyos colegios se vieron afectados por el terremoto. Se había convertido en uno de los funcionarios de Gobierno mejor evaluados, después de Laurence Golborne. Ahora está en uno de los momentos más duros de su larga carrera política. Lo peor para él es que se está jugando su futuro en un terreno en el que no se siente cómodo: el conflicto. Lavín siempre se caracterizó como el político de hacer cosas. Más del consenso que del debate. Más de la acción que del discurso. En esta oportunidad, incluso si no lo quisiera, está obligado a negociar. El problema es que no sabe con quién, de qué manera y hasta dónde puede ofrecer. Esa puede ser la razón por la que el Presidente Piñera está ausente. Resguardando su imagen y popularidad, ahora da la sensación de querer aparecer cuando hay soluciones, no cuando hay problemas.

La marea que trae nuevas exigencias cada vez que llega a la orilla ha dejado al ministro en una encrucijada donde se ve muy remoto un gran acuerdo nacional. Aquí va a haber un ganador y un perdedor. Y las apuestas no van en su favor. Todo lo contrario.

Volvemos entonces a la pregunta del principio. ¿Es esa la razón por la cual lo han dejado solo?

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