Opinión

Columna de libros: "Cobra"

Por Eduard Von Europa

Ficha técnica Título: Cobra. Idioma: español. Título original: The Cobra (en inglés). Sello editorial de origen: Bantam Books. Fecha de publicación: agosto de 2010. I.S.B.N original: 0 – 593 – 06421- 6. Traducido por: Alberto Coscarelli Guashino. Fecha de publicación: marzo de 2011. Primera edición, en Buenos Aires, Argentina. Autor: Frederick Forsyth. Género: ficción / Suspense / Thriller. Sello Editorial: Publicado por Editorial Sudamericana S.A., bajo el sello Plaza & Janés con acuerdo de Random House Mondadori S.A. I.S.B.N.: 978 – 950 – 644 – 205 – 7. Encuadernación: rústica con solapas. Páginas: 368. Formato: 23 x 16 cm. Títulos anteriores del autor: La novela “El Día del Chacal” ( The Day of the Jackal , año 1971), es su principal obra, y está inspirada en el atentado a Charles De Gaulle. Luego, escribió “El Archivo Odessa” ( The Odessa File , año 1973), que trata de la antigua organización –de la misma sigla- que protegía a algunos oficiales afiliados a las SS de la Alemania Nazi. Su tercera novela, notable bestseller , fue “Los Perros de la Guerra” ( The Dogs of War año 1974), que narra la experiencia de un grupo de mercenarios blancos, que fueron contratados en el Sáhara Occidental, por un multimillonario de la empresa minera, para asesinar a un dictador. Toda la bibliografía restante está disponible en Internet. Breves referencias del autor: Frederick Forsyth tiene nacionalidad británica. Fue uno de los más jóvenes pilotos de la RAF (tenía 19 años). Posteriormente, cursó estudios en la Universidad de Granada, en España. Trabajó como corresponsal para el Eastern Daily Press (en Norwich), y para la agencia Reuters . En tanto él estaba trabajando en París, fue testigo clave del atentado contra la vida del general Charles De Gaulle en el año 1962 –a raíz de su política con Argelia-; esto lo inspiró para escribir su novela “El Día del Chacal” ( The Day of the Jackal , año 1971), que después fue adaptada al cine. En el año 1965, empezó a trabajar para la BBC, sin embargo, la cadena consideró su posición como partidista frente al conflicto de Biafra ( Forsyth fue acusado de favorecer a los rebeldes); lo expulsaron. No obstante ello, siguió trabajando como periodista freelance ; colaboró con otros medios como The Daily Express y The Times . De hecho, escribió un ensayo sobre esto: “ The Biafra Story” , que comprende un sesudo análisis del conflicto. En este sentido, continuó escribiendo sobre los mismos temas, publicando novelas que daban cuenta tanto de su experiencia como periodista como de sus rigurosas investigaciones. Ha obtenido varios premios, entre ellos el Premio Edgar Allan Poe, el Premio de Escritores de Misterio de América (año1971), y es Caballero del Imperio Británico.

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Título de esta semana   

COBRA

Autor

Frederick Forsyth es británico. Fue uno de los más jóvenes pilotos de la RAF. Periodista y reportero para importantes medios, como: Reuters , BBC , The Daily Express y The Times . Es mundialmente famoso por sus novelas de thriller , que han sido bestseller y se han adaptado exitosamente al cine. Es pertinente citar las siguientes novelas: “El Día del Chacal” ( The Day of the Jackal , año 1971), “El Archivo Odessa” ( The Odessa File , año 1973), y “Los Perros de la Guerra” ( The Dogs of War año 1974).

Argumento

El libro trata de una decisión radical que toma el presidente de Estados Unidos, para destruir la industria de la cocaína. Para eso, contrata a Paul Deveraux (un ex agente de la CIA), conocido por ser despiadado y extremadamente hábil; lo apodan “Cobra” y se encarga de desplegar los medios para llevar a cabo el objetivo del presidente, con el beneplácito de una autorización especial, una vía constitucional legítima pero discreta, y con la garantía del Acta Patriota (Patriot Act), para enfrentar a los narcotraficantes como si se tratara de terroristas.


Observaciones.

– Es una novela llena de sorpresas, con giros geniales y pausas bien dispuestas.

– Es apasionante a más no poder, apta para un público joven y adulto; excelente material para las vacaciones.

– El autor ha matizado magistralmente realidad y ficción, pues cuenta con documentación fidedigna y una experiencia sin igual.

– No hay que tomar en cuenta las tediosas comparaciones que hacen del autor con Graham Greeen o Stephen King, se trata de riquezas diferentes en el género del thriller.

Nota al pie.

En la literatura universal, existe este género denominado thriller (también conocido como suspense ). Aunque el cine, la televisión y los videojuegos también se han involucrado en esta categoría, incluso, con obras magistrales.

En un primer momento, este género narrativo abordaba el tema del terror, con crímenes, intrigas, planes malvados e historias de una vertiginosa acción. Comprendía la existencia de personajes poderosos (en este caso, muy infames e influyentes) y toda clase de sagaces héroes; cada cual creativo según su naturaleza.

En la actualidad, el thriller continúa siendo “una historia de intriga con una acción –o varias- realizada en secreto y con todo tipo de ardides”, pero el terror psicológico ha penetrado gradualmente en sus tiempos, personajes, historias, protagonistas y antagonistas, conflictos y desenlaces, metas, conflictos y ritmos. Asimismo, su función, persevera en la idea de captar el interés con escenas de fuerte contenido emocional y tensión psíquica, alternando escenas en lugares peligrosos y de climas muy diversos.

Comentario extenso

En el género del thriller , Frederick Forsyth , es un maestro indiscutible. Claro, mérito aparte de sus más de 70 millones de ejemplares vendidos. Su vida ha sido una aventura, y por razones misteriosas, las circunstancias le han colocado en el centro de los principales acontecimientos contemporáneos, y ha podido –cual espía, aunque no lo es-, explorar los mecanismos del poder, estudiar a los Estados más importantes y observar las movimientos e intrigas de los principales ejércitos y policías del mundo. Tan al centro ha estado, que fue uno de los testigos clave del atentado contra Charles de Gaulle (año 1962), por el conflicto que Francia arrastraba, por varios años, con la que era la colonia de Argelia. A partir de este hecho, su vida como reportero y periodista tomó nuevos rumbos, se obsesionó y ello derivó en algo concreto: la novela “El Día del Chacal” ( The Day of the Jackal , año 1971). En otras palabras, “terminó explorando casi todos los aspectos de la Matrix , a los cuales un ciudadano de a pie no podría tener acceso”. Hay que reconocer que este paso, tuvo marcada consistencia, especialmente por el riguroso tratamiento de la información que expuso, prueba de ello está en las novelas que le sucedieron: “El Archivo Odessa” ( The Odessa File , año 1973) y “Los Perros de la Guerra” ( The Dogs of War año 1974).

Este libro que presenta ahora Frederick Forsyth, es sencillamente la “guinda de la torta de su obra”. Se trata de una torta de varios pisos y con mucha sustancia; habría que ver su extensa bibliografía de los últimos 30 años, siempre actualizada y certera en relación a los principales conflictos armados y a los nuevos escenarios político-sociales del mundo. En este texto, se da cuenta de un hecho evidente, este es, que los narcotraficantes y sus respectivas mafias, mueven millones de dólares, ante un consumo siempre creciente de la sustancia, cuya incesante actividad genera incalculables muertes y pérdidas de todo tipo. Es en esta base, que el autor contextualiza una posible solución, y propone una intervención directa del presidente de los Estados Unidos de América, -bajo una vía constitucional legítima pero poco ortodoxa- para acabar definitivamente con el negocio de la cocaína; designa para esta misión a un ex agente de la CIA, un tal Paul Deveraux, apodado “Cobra”, de aquí el apodo y el nombre de esta operación encubierta de inteligencia, con la pretensión de proteger a Occidente, fundamentalmente. En la misión en la que se compromete Cobra, media una ética estricta: acabar con el tráfico de cocaína- las otras drogas aparte- a como dé lugar. Por cierto, las lógicas que subyacen a cualquier decisión, están más allá del bien y el mal, ergo “para vencer este mal en particular”, aunque es un juego configurado con muchos matices, giros, quiebres y verdades aparentes.

 

El párrafo anterior, era a modo de parafrasear el prólogo, porque para adentrarse en este texto, de forma íntegra, hay que saber contemplar la primera escena que nos propone el autor; humana e íntimamente desgarradora. Se describe a un adolescente esquelético, que da sus últimos respiros al interior de una pocilga –no se le puede llamar habitación-, en un fracasado proyecto social en Anacostia, un barrio de Washington D.C. Esta muerte comprende varios sentidos que implicarán un desarrollo en la novela. Primero, es decisiva porque hace visible lo que casi nadie quiere ver en cualquier país, esto es, que el consumidor de cocaína que agoniza, (con escasa materia gris en su cerebro como consecuencia de su adicción y con una familia destruida lo más probable), es el último ser humano, en una estructura siniestra cuyo objetivo es precisamente provocar este tipo específico de miseria y catástrofe, ¿para qué? Para que un grupo de otros seres humanos sea inmensamente –se queda corto el adjetivo, cómo no-, ricos. Segundo, revela un sinnúmero de metodologías de trabajo, cual más racional y bien documentada, que las autoridades civiles y militares despliegan para intentar “solucionar” el desastre del tráfico de cocaína, desde diferentes perspectivas y con toda la tecnología a su disposición. Tercero, se exhibe cómo un hecho de esta índole, a la postre, provoca un verdadero huracán, y termina evocando al “efecto mariposa”. En todo caso, la labor del lector será ardua, y Forsyth complica la prosa a propósito, describe armas sofisticadas y sentimientos humanos de forma vertiginosa, un poco para desesperar, angustiar y llevar al límite. No obstante, en lo subterráneo está la llave del arcano; en este caso, un arcano con la imagen de una cobra (bueno, al menos así está en la portada de la edición en inglés). No hay que olvidar que la naturaleza ha proveído a la cobra de un veneno mortal y las hay de muchas clases.

 

En este sentido, la muerte de este joven, a todas luces anónimo, -cualquiera diría un número más en las cifras de muertos por sobredosis o una anécdota en el noticiero local-, resultó crucial para interpelar la consciencia del hombre más poderoso del mundo. El adolescente era hijo de un ciudadano muerto en el atentado al World Trade Center , y como huérfano estaba al cuidado de su abuela, la camarera Maybelle , quien trabajaba en la Casa Blanca. Cuando la camarera se enteró de la noticia, siguió trabajando. Lloraba silenciosa y amargamente mientras servía sopa a destacados miembros del Departamento de Asuntos de los Veteranos, que estaban cenando con el presidente y la primera dama de Estados Unidos. Después, la primera dama, advirtiendo su dolor, pide información de lo sucedido, y la consuela en privado. La observa, sabe que ambas son descendientes de esclavos, se miran, hubo silencios de cariño y comprensión. Por razones que ha querido disponer de forma subrepticia el autor, estos personajes bien podrían existir. La primera dama y el presidente, se parecen (¿acaso no son ellos?) Barack Obama y Michelle Obama. No es tan difícil llegar a esa conclusión, mismo asunto con otros cientos de detalles, fechas y alcances de nombres en las páginas de este libro. Por eso hay varios que tiemblan, cuando Forsyth escribe y publica.

 

La muerte de ese joven, es la muerte de una persona, única e irrepetible. La reflexión provino de la primera dama, y su nítida consciencia la replicó en su esposo. Quizá el presidente, además de advertir la nobleza de su esposa y su propia responsabilidad frente a su nación, también se sintió impotente ante la desgracia expuesta. Por eso el autor emplea en este punto: imágenes con silencios, pensamientos que no se revelan pero que están punzantes, la intimidad de la habitación matrimonial, con casi total oscuridad y con una tenue luz de la ciudad Washington. El autor sabe que en la emoción que genera el terror asociado a ese tipo de muerte, todos son humanos y algo se debe hacer por el bien de todos. Forsyth, coloca esta pesada carga, en la persona del presidente de Estados Unidos de América, dicho sea de paso, presidente de la nación donde existe el mayor número de consumidores de cocaína, -según la ONU- y a la cual se le podría acusar de ser la causa de la oferta; pero esa conclusión es engañosa y necia.

 

La novela comienza a torcerse, a desplegarse en múltiples acciones y decisiones. En un momento el presidente se encargó de disponer una cristiana sepultura para el joven fallecido –quien provenía de una familia modesta, pero religiosa y de respeto-. Algo extraño comienza a suceder con este personaje, algo sutil y poderoso, como para llamar al director de la DEA a mitad de la madrugada. He ahí que comienza una bola de nieve burocrática, aparece un escueto informe Berrigan acerca de la realidad del narcotráfico; orígenes, geografía, refinado, resultados, estructuras, cantidades, dificultades, interceptaciones, consecuencias y sumario. En tanto, se divisa al enemigo, cuya residencia está en Colombia, -principal nación productora de cocaína para Estados Unidos y Europa-. El enemigo más específicamente es la Hermandad, un grupo mafioso que nada tiene que ver con la leyenda romántica de Vito Corleone ni de su familia, sino con una organización bien estructurada, llena de psicópatas con recursos materiales ilimitados, prestos a la tortura y a la masacre de inocentes en plena selva o en las calles de New York, y con el beneplácito de cientos de funcionarios corruptos en diversos países (en la novela les llaman “ratas”). A la Hermandad le gustaba rotular sus mercancías con dos círculos concéntricos, uno adentro del otro, con una cruz de Malta el más pequeño; este era el símbolo místico del grupo que controlaba el 90% de la cocaína colombiana.

 

Existen cientos de aspectos de esta novela que se podrían mirar como un caleidoscopio, y nunca cansarse. Por ejemplo, las peligrosas incursiones tras barcos de narcotraficantes que se escabullen desde la cuenca del Caribe a través del Atlántico hasta las costas de Europa Occidental y África Occidental; cómo barcos de narcotraficantes eran sometidos a reconversiones para terminar como inofensivos barcos atuneros con GPS, rumbo a quizá qué destino, ¿al narco – estado Guinea Bissau o para recalar en islas Canarias, Madeira o las Azores? Casi todo es posible y los narcos saben cómo operar frente a los imprevistos. Zafan a las autoridades como peces resbalosos, basta ver la lista de acrónimos (pág. 13) que el autor ofrece para darse cuenta de la cantidad de recursos y agencias que se dedican a perseguirles. Abundan imágenes de estadounidenses en lugares como Buckinghamshire –respaldando al presidente de Estados Unidos y al primer ministro inglés- con bruscos cambios a imágenes de campesinos transpirando en una suerte de hormiguero ardiente al interior de la selva colombiana cargando, procesando y camuflando envíos de droga, para salir por cualquier puerto ilegal, o incluso, hasta por la vía de Maracaibo hasta en norte de México. Es una lectura que evoca ansiedades particulares y colectivas, desconcierta a ratos, marea en esos viajes en grandes aviones de carga que hacen los narcos como quien va de paseo, desde el Amazonas insondable hasta Guinea – Bissau, o de ese trabajo antidroga, valiente, que realizan personajes en época de retiro, jubilados que se prestan para arriesgar de nuevo la vida en inmensos aviones, también muy viejos –por ejemplo, un Bucaneer que queda renovado con cohetes de última generación-, pero que también conviven con nuevas joyitas de la tecnología que se han acercado a su noble tarea, como los aviones no tripulados a 6000 metros de altitud, sobre Islas Cabo Verde. Los aviones no tripulados, en esta novela, llevan los nombres de “Michelle” y “Sam”, son ojos que todo lo ven e interceptan. Se contrapone el valor de los SEAL británicos contra este nuevo fundamentalismo de la droga que todo lo destruye por acceder a cifras astronómicas, se contrapone el mérito y buena voluntad de marines estadounidenses, con los movimientos de traidores de algunos hijos de la Estatua de la Libertad.

 

Forsyth, sin embargo, esta vez deja sus estacas en lo subterráneo. Lo que parece una tarea hecha, en realidad es un escenario donde está todo por hacer . Explora, en lo categórico y subterráneo de la conciencia, lleva con suavidad hacia la brutalidad, pregunta cáustico: ¿acaso no estaba resuelto todo en teoría, acaso no tienen la última palabra los expertos? Sacude su prosa con un humor negro y se introduce en la psicología de Cobra, aquél agente viejo que se arrodilla en la iglesia y detesta los Blackberry , aquél agente que tiene toda la apariencia de un consumado patriota, y que nunca admitió cambiarse al nuevo edificio dispuesto por la CIA en Langley , Virginia. ¿Qué sucede con este sujeto, cerrado en arcaicos paradigmas al que todos conocen y temen?, ¿quién es éste que se mueve con habilidad de reptil por los escritorios de Washington? Por esta razón, las estacas que pondrán firmes bases para los hechos decisivos, se pondrán en la consciencia, perversa o no, en una habitación de hotel (hay que ver el encuentro suicida de Cal Dexter, -ayudante de Cobra- con un “espartano funcionario” de la Hermandad; sí, el cártel funciona cual empresa multinacional. Hay escenas ambiguas de un reclinatorio de una iglesia, de curas espías y celulares cifrados por lo que se muestra como una buena causa, de ritos ininteligibles, de angustias y recuerdos que primero empiezan en el haber psicológico y luego se convierten en pesadillas. La paranoia termina siendo patrimonio de todos.

 

Pero no está todo perdido, por eso el autor explora la idea patriota de un “Guantánamo para los narcos”, -y trata a los narcos como terroristas-. Se cita a Sun Tzu, y su Arte de la Guerra; ¿servirá esta sabiduría para esta guerra en particular?, ¿cómo compatibilizar esta idea, el derecho internacional y la existencia de millones de personas que sufren por las injusticias de estos narcos colombianos podridos en dinero? ¿Es posible destruir a la industria de la cocaína en su totalidad?, ¿cómo acabar con mafias que disfrutan de la tortura, son ricos y a veces hasta tienen amparo estatal para actuar a sus anchas?¿será pertinente dejar todo el peso al presidente de los Estados Unidos de América? ¿Qué piensa usted? ¿Cree que el autor se ha desvelado inútilmente escribiendo una ficción? A veces la realidad supera la ficción, y a veces, la ficción es reflejo de la realidad. En este juego, el autor ironiza, cambia de opinión, se enfrenta a contrariedades y se repone, para caer de nuevo en abismos insondables.

 

La invitación se ha extendido, para que los lectores descubran un relato interesante, que aborda el pasado, el presente y el futuro (sí, Forsyth asume un rasgo mesiánico), que suma historias particulares intensas, que abre las puertas de la Historia Universal, buscando significados en permanentes ejercicios empíricos y eslabones causales estrictos, con implicaciones cardinales para la existencia actual y para la sana convivencia de las sociedades. Es imprescindible darse cuenta que hay un grave señalamiento metahistórico en esta novela, que intenta orientar y entregar lecciones de sabiduría y experiencia, sobretodo para los chicos buenos que persiguen a los desgraciados que lucran con el sufrimiento de los más débiles y destruyen familias completas.

 

¿Está usted dispuesto a llegar hasta el final, a caminar con paso firme en los laberintos de la novela de Forsyth? Cuidado, cuidado, que al final se derramará el veneno, y. nadie sabe dónde estará la serpiente o el encantador de serpientes. Aunque comprobarán, -como quien se golpea la cabeza por accidente en una vitrina, casi invisible, tratando de alcanzar un objeto en exposición-, que la verdad es esquiva, la realidad humana es infinitamente complicada, pero que la bondad tampoco es tan escasa como la pintan. ¡Ah! La novela de Forsyth no es nada personal, pero hay que ver cómo se trata a un mafioso… ya le hará sentido esta frase para el bronce. ¡A disfrutar Cobra!

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