Opinión

Columna Hugo Tagle: Educación a prueba

Complejo y triste el panorama ayer en las calles de Santiago. Ese no es el Chile que queremos. Lamento que no se haya conversado en su momento y aprovechado el piso de conversaciones para mejorar la educación. Sin duda, estamos a tiempo  para hacerlo.

Todos los actores involucrados quieren lo mejor para el país y para la educación. No lo dudo. Pero también me queda claro que no todo lo que se demanda es posible – al menos en el corto plazo – y no se puede atender con la celeridad que se querría. Lo bueno de estos días es que luego de decenios, se han conversado puntos que no se habían sincerado con anterioridad.

Preocupante resulta la incapacidad de algunos – pocos quizá, pero gravitantes – de cerrarse a cualquier posibilidad de diálogo. Y no lo digo solo por los voceros de los estudiantes. Lo digo por un número no menor de alumnos que, de entrada y sin mediar provocación, usan y abusan de la violencia como camino para imponer sus ideas. Una falla de la educación, de un sistema que, por años, no ha sabido aprovechar en ellos su capacidad de entendimiento. Hemos fallado como sociedad. Una buena pregunta para todos quienes somos profesores: si realmente estamos educando para el diálogo, el respeto al otro, la tolerancia y el espíritu democrático.

Pero subrayo lo positivo: la genuina preocupación por la educación de parte de otros tantos estudiantes. Da gusto ver a algunos jóvenes querer más y mejor educación, en dos palabras, que se les exija más; que se sea más riguroso con ellos, que se les pida aún mayor dedicación al estudio, artes, ciencia y letras. Más disciplina y esfuerzo ¿Cómo no aplaudirlo y apoyarlo?

Porque mejorar la calidad de la educación no es solo un asunto “de plata” como se ha alegado. Es un asunto de cambio de mentalidad ante el estudio y las ciencias: mayor disciplina, rigurosidad, excelencia, dedicación al estudio. Y eso también podría quedar consagrado en la Constitución: “Educación de calidad para todos con alumnos dedicados, esforzados y amantes del saber”.

Es verdad. Esto de la educación no es solo cuestión de plata o frases más bonitas en la constitución. Urge un cambio de paradigma, un cambio de ethos. Creernos el cuento que, junto con los derechos, están los deberes. Podemos hacer de nuestra educación la mejor de Latinoamérica. No perdamos la oportunidad. Es de esperar que, tras las marchas y desmanes, nos demos tiempo para revisar serenamente las propuestas y presentar buenas ideas. Invirtamos también tiempo en ello.
 

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