Opinión

Columna de Bernardita Ruffinelli: "Las niñas de la tele ya no son como Tonka"

Qué Jersey Shore, qué hermanitas Kardashian, qué Tila Tequila ni que ocho cuartos. Para todo lo demás existe “Perla”, el docurreality de Canal 13, donde sólo falta un mapuche subversivo para reunir todo aquello a lo que los chilenos de alcurnia le temen: flaites, gitanos, gays y mujeres. No me extraña en lo más mínimo que en su debut del domingo, haya marcado un peak de más de 30 puntos de rating, es sabido que el people meter responde presuroso al morbo chilensis, y es que “Perla” lo tiene todo para ser un hit.

Gitanos machistas y una madre ultraconservadora que quiere casar por segunda vez a su hija de 18 años, mientras ella intenta revolcarse en la vida loca mientras lleva su par de pechugas enhiestas al aire. Flaites “tapiza’os” en ropa de marca que han conseguido robando y con la suficiente ingenuidad que te da la falta de educación como para reconocerlo. Un adolescente gay malcriado que se pasa por el aro a su madre por la vía de sucesivas faltas de respeto. Y una jovenzuela bien, cartucha y que ya odia a Perla por coquetearle a su ex pololo. Y eso, sin tomar en cuenta los rumores que circulan en los programas de farándula, que dicen que Perla le robaba plata a su ex marido y que se convirtió a tan tierna edad en la “rompehogares” de otra familia gitana.

Cómo no va a generar rating un programa donde la turgencia de las tetas jóvenes es la postal favorita, y donde la sexualidad y derechos de la mujer en la comunidad gitana siguen siendo un tabú del que nos reímos, pero del que no profundizamos. Perla ya es mayor de edad, sueña con el perreo intenso, hasta que choque el hueso, pero su mami no la deja. Todo eso vende. El director es un “crá”. Un tóxico manipulador. Pero un “crá” de verdad.

Y como era de esperarse, la viejas lloronas ya presentaron las primeras dos quejas al Consejo Nacional de Televisión, y según confirmó Cooperativa.cl, las acusaciones tienen relación con un eventual daño a la “dignidad de las personas”, principalmente al mostrar la relación entre la joven gitana protagonista del espacio y su madre. Y las reacciones no se han hecho esperar. En foros de noticias y redes sociales, otras viejas lloronas reclaman que este tipo de programas “no es lo que deberíamos mostrar a nuestra juventud”, a lo que yo respondo: el programa es transmitido en horario para adultos, si usted no es capaz de controlar lo que sus hijos ven a esa hora en la tele, el problema, señora, es suyo, y no de Canal 13.

¿Es Perla “tan real como tú”? Yo creo que sí, y que es ahí donde radica el problema y la polémica. Vemos un programa que no aporta absolutamente nada, que nos permite agarrarnos la guata de risa con el flaiterío, y que nos enrostra brutalmente cómo vive una porción de la sociedad que muchos preferirían no ver, o al menos, hacer como que no existe. No mostrarlo en la tele ¿hará que esa realidad desaparezca? No mostrarlo en la tele ¿hará que las personas modifiquen sus creencias, costumbres y valores? Lo más probable es que no, y si tanta gente se sintió atraída y hasta identificada con los personajes que son parte de la fauna de Perla, por algo será. Hasta me atrevería a decir que si hilamos un poco más fino, este culebrón adolescente podría prestarse para caso de estudio: sociólogos, antropólogos y sicólogos: ¡uníos!

Criticarle el escote a la Perla es como criticarle la burka a la mujer afgana, una cuestión cultural que tiene que ver con su crianza, con miedos e inseguridades propias de su entorno. Criticarle a Perla su interés por los chilenos, es como criticarle a la Doña su interés por Nahuel: una cuestión de básica curiosidad primitiva por lo prohibido. En cambio, para criticarle a Canal 13 su docurreality por ser sexista, mostrar a las chicas como objetos y vulnerar la dignidad de las personas, primero deberíamos criticar a nuestra sociedad por querer pasarnos gato por liebre y tratar de hacernos creer que la teleserie no es más grave que los noticieros. Claro, ya las niñas de la tele no son como Tonka, y eso pareciera ser peligroso. Prefiero “loh peshoh” de Perla, antes que la trinchera obtusa del que los esconde en ghettos televisivos, los marginaliza e invalida.

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