Opinión

Columna de René Naranjo: "Herencia con poco riesgo"

“Los descendientes”
Dir: Alexander Payne
Con: George Clooney (Matt King), Judy Greer
Estados Unidos, 2011.

Seria contendora de ‘El Artista’ para el Oscar a la Mejor Película y una de las escasas competidoras por la estatuilla que se adentra sin re­milgos en las relaciones familiares, ‘Los des­cendientes’ (The Descendants, 2011) es la historia de un padre y esposo millonario de Ha­wai, Matt King (George Clooney), y el ajuste de cuentas que debe realizar con su entorno y consigo mismo cuando su vida sufre un quiebre mayor. Este es el grave accidente que sufre su esposa Liz y que la deja en virtual muerte cerebral. La situación hace que Matt, quien además debe tomar la decisión de vender el último predio virgen de las islas hawaianas, deba volver a fijarse en sus dos hijas, de 10 y 17 años, y a enfrentar sus contradicciones.

Con este esquema, bastante conocido, el hábil director y guionista Alexander Payne (‘Entrecopas’, ‘A propósito de Schmidt’) emprende un relato que saca petróleo ahí donde sólo parece haber arena y articula un filme que supera los tics habituales del cine sicologista norteamericano. En cada es­cena, Payne sabe aportar un nuevo elemento de interés, maneja ironías y simetrías de la narración, y une la mirada ha­cia los afectos y rencores con la revisión del pasado de la propia isla, cuyos territorios ancestrales despiertan la am­bición de empresarios y bancos.

Amigo de los matices y la observación fina, el realizador de ‘Los descendientes’ posee el raro poder de hacer crecer a sus personajes secundarios hasta otorgarles valioso protagonismo. Así, la película se enriquece con las hijas de Matt, el pololo de una de ellas, su suegro (un genial Robert Foster), su primo (Beau Bridges), su propia mujer en coma (que gana progresivamente en interés), el amante de esta y la mujer del marido infiel, Julie, quien se luce en un momento clave.

En el rol principal, George Clooney está bien di­rigido, en un tono contenido y ausente de exageraciones. Pero algo en su personaje no convence. Quizás su carácter de heredero único del codiciado terreno lo vuelve inmune a una real crisis, impermeable al derrumbe. Matt es un falso ‘clase media’ y sus conflictos no llegan a ponerlo realmente en riesgo, lo que deriva en que esta cinta bien realizada deje al espectador con ganas de más verdad.

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