En esta columna pretendo compartir con ustedes el origen del movimiento “Indignados”, tan popular los últimos meses (o años), y comentarles un poco más acerca de su creador o incitador, Stèphane Hessel. Básicamente, pretendo rescatar la segunda parte de lo que éste nos pide, quien dice “Indígnese, pero pacíficamente”.
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Stèphane Hessel es un señor francés de origen judío de casi 100 años que hace sólo dos escribió una carta (que posteriormente fue publicada como libro) llamada “Indígnese”. En aquella carta él invitaba a los jóvenes del mundo a indignarse pacíficamente contra aquellas cosas que les parecieran incorrectas. Durante su vida, fue detenido por la Gestapo en dos oportunidades durante la Segunda Guerra Mundial escapando de ser ahorcado, participó posteriormente en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, fue activo colaborador en la ONU y Naciones Unidas, fue embajador de Francia, candidato al premio Nobel de la Paz. En definitiva, fue y es un militante político, escritor y diplomático de gran trayectoria.
En su libro llamado “¡Indignaos!, un alegato en contra de la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica”, él plantea que tal vez antiguamente era más fácil encontrar razones para indignarse; como el holocausto, el apartheid, etc. Hoy, estas razones tal vez son menos claras, pues más que procesos o hechos claros, debemos indignarnos con valores o conceptos como lo son la desigualdad, la discriminación, el poco cuidado del medio ambiente, el capitalismo, etc. Hessel nos invita entonces a buscar aquellas razones por las cuales indignarse y comprometerse pacíficamente en la lucha en contra de ellas. Él argumenta: “Es verdad que las razones para estar indignados pueden verse hoy menos claramente relacionadas o el mundo se ha vuelto demasiado complejo. ¿Quién está haciendo el ordenamiento, quién lo decide? No es siempre sencillo diferenciar entre todas las corrientes que nos gobiernan. No estamos lidiando con una pequeña elite cuyas actividades pueden ser fácilmente visibles. Este es un mundo vasto, en el cual tenemos una sensación de interdependencia. Vivimos en una interconectividad como nunca antes. Pero en este mundo todavía hay cosas intolerables. Para verlas, es bueno y necesario mirar, buscar. Le digo a los jóvenes, busquen un poco y eso es lo que van a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir “No puedo hacer nada contra eso. Ya me las arreglaré para salir adelante”. Por incluirte a ti mismo en esto, pierdes uno de los elementos que hacen al ser humano: la facultad de indignarse y el compromiso que es una consecuencia de lo primero.”
Tanto ha sido el impacto de esa carta, que se sugiere que fue su contenido el responsable (o incitador) de las muchas y variadas movilizaciones sociales de los últimos años. Movilizaciones políticas, sociales, culturales que invadieron muchos lugares del mundo, y por supuesto nuestro país, en donde vivimos con fuerza el movimiento estudiantil, la lucha contra centrales eléctricas y temas medioambientales, marchas y organizaciones a favor del matrimonio gay, etc. etc. Es más, Felipe Cubillos, en una carta enviada a un diario, hizo una lista de qué cosas lo indignaban. Fue muy criticado, sin embargo, el seguía a Hessel: Indignándose y comprometiéndose con acciones pacíficas en la lucha contra aquellas cosas que le parecían injustas o impropias.
Pareciera ser que la voz de la experiencia de quien ha vivido casi un siglo de historia como Hessel no necesita grandes escenarios para liderar un cambio en nuestras conciencias y en nuestra sociedad. Pareciera ser que sólo basta una pequeña carta pero de profundo contenido para animarnos a querer un mundo más justo para todos.
Ahora, Hessel dice claramente en su declaración que la violencia no es ni de cerca el método de conseguir los cambios, él llega a comprenderla como consecuencia de tanta opresión, pero no justificarla como medio para conseguir objetivos. En mi visión, la violencia nace de la opresión o del abuso permanente y debemos abrir los ojos a ellos antes de que sea demasiado tarde.
Yo comulgo con la postura de Hessel. Yo creo que la indiferencia es la mejor amiga de los abusos, la injusticia y las desigualdades. También creo en la búsqueda de aquellas razones que me indignan y en alzar la voz para reclamar por ellas. Y por último, creo profundamente que esta lucha debe ser siempre pacífica y respetuosa. ¡Indígnese! Pero como recomienda Hessel.