Opinión

Crítica de discos, por Ignacio Lira: Jason Mraz y Train

Jason Mraz: “Love is a Four Letter Word”

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nota ▪▪▫▫▫

Para el que busque una nueva dosis del sabor dulzón de sus architocados éxitos “I’m Yours” y “Lucky”, el nuevo disco del norteamericano Jason Mraz cumple las expectativas. Como un Jack Johnson pasado por agua, Mraz tiene la voz y la guitarra, pero el resultado es más insípido. Es, probablemen­te, una cuestión de actitud más que de talentos. Mucha vuelta alrededor de los mismos temas y una paleta sonora más bien básica le juegan en contra.

Pese a eso, hay una intención de abrir espacios en este cuarto disco. A la mezcla de folk y pop sensible se suman algunas insinuaciones de jazz y reggae. 

Los mejores momentos están en canciones como “93 Million Miles” y “5/6”, que muestran matices novedosos a lo que hasta le conocíamos a este músico. Quedarse con el single “I Won’t Give Up” (que efectivamente es más de lo mismo) es injusto. Subirlo demasiado de su categoría, también. Pese a dos o tres buenas ideas, el resultado es inofensivamente romántico, con el vértigo de una cita donde la mayor tensión es tomarse las manos.

Train: “California 37”

nota ▪▪▪▫▫

El éxito “Hey Soul Sister” le dio a Train fama, fortuna y el hartazgo de toda una ge­neración. Difícilmente queden fans de una canción so­breexplotada con motivos comerciales, y por lo mis­mo, es bueno que la misma banda haya decidido trabajar en nueva música antes de quedarse a vivir de los jugosos derechos.

“California 37” es el sexto disco del grupo estadouni­den­se, y el sucesor del fenómeno de popularidad que trajo “Save Me, San Francis­co”. Son 11 canciones, varias de ellas bastante pegajosas, con rock-pop, country y baladas repar­tidas con justicia. Lo más interesante está en “Feels Good At First”, “This’ll be my Year” y la canción que da nombre al álbum. 

Tal vez presionados por demostrar que son más que un mega-hit, los Train pu­sieron demasiada carne en esa parrilla: guitarras, violines, flautas, coros de niños, ukeleles. Se agradece la in­tención, suponemos. La mez­cla final es un poco indigesta.

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