Opinión

Columna de Juan Manuel Astorga: "Adiós Sarkozy"

Concentrados casi siempre en mirar nuestra criolla realidad, a veces olvidamos que en el mundo también ocurren fenómenos políticos interesantes. Hoy destinamos esta página a analizar uno de tremenda relevancia para Europa.

Las elecciones presidenciales en Francia están al rojo vivo. Este domingo se efectuará la segunda vuelta electoral, a la que llegan el candidato opositor socialista Francois Hollande y el actual mandatario, de centro derecha, Nicolas Sarkozy, quien quedó segundo en la primera vuelta. ¿Por qué uno de los presidentes más conocidos de Europa y más populares en su minuto está a punto de perder la reelección? Analicemos el actual escenario galo.

Aunque en menos medida que países como Grecia o España, Francia también está atravesando una compleja coyuntura económica, con una cifra de desempleados que aumentó un 50%. La culpa de la alta cesantía se debe a que su sector industrial perdió competitividad debido a la fortaleza del euro y el mercado ampliado de la Unión Europea, que impulsó la relocalización de industrias en países con menor desarrollo relativo. Según cifras de la Ocde, Francia es hoy es uno de los países menos industrializados de Europa, aún teniendo sectores como el aeronáutico, de ferrocarriles y el farmacéutico.

Para que se hagan una idea, Francia muestra desde 1974 sus finanzas muy desequilibradas y para poder cancelar su gigantesco sector público gasta más de la mitad de su riqueza nacional, el 55,9% del Producto Interno Bruto, PIB. Sarkozy nunca pudo ordenar el déficit fiscal, que es ya de un 5,2%, y tiene una deuda pública que lo ahoga y que llega al récord de 1,7 billones de euros, el 87% del PIB.

Tal como le pasó a Estados Unidos, la crisis económica y la falta de consistencia en las políticas aplicadas por el marido de Carla Bruni llevaron a Francia a perder su calificación crediticia “AAA”, lo que no sólo es una afrenta a su honor, sino que reveló que el país está pagando en intereses más de 50 mil millones de euros al año, lo que representa el segundo mayor gasto del fisco, después de la educación. Si a eso se le agrega que su crecimiento económico se está estancando –este año no sería más del 0,7%- las cosas no favorecen para nada al actual gobernante. 

El tema es complejo porque Francia es el segundo país más grande de Europa después de Alemania, pero se le está haciendo cuesta arriba poder seguirla.

Sarkozy se hizo conocido en el mundo porque reinstaló a Francia en la mesa mundial, dirigiendo operaciones de intervención humanitaria en Costa de Marfil, participando en los ataques contra Libia, se puso al frente de una batalla contra la inmigración y porque se alineó con Alemania para fijarle un severo ajuste a Grecia para que este país pudiese conservar su status jurídico como miembro de la UE.

Por lo mismo, y por mirar tanto cuestiones foráneas, se olvidó que las principales preocupaciones de los franceses son el desempleo, el aumento de la pobreza, el déficit de vivienda, la precarización del sistema de salud, la educación y el financiamiento por parte del Estado de las pensiones y jubilaciones. Dicho de otra forma, Sarkozy no pensó que la economía fuera la preocupación central, algo muy similar a lo que le pasó al Presidente George Bush padre en la campaña presidencial estadounidense de 1992. Por librar una guerra en Irak, olvidó los problemas domésticos. Bill Clinton le ganó con el eslogan “Es la economía, estúpido”. 

El socialista Hollande le fue ganando terreno durante la campaña y es muy probable que se imponga en las elecciones de este domingo porque está actuando como el jefe de Estado y porque ha venido planteando en tono moderado cómo planea cambiar el curso económico europeo si gana el balotaje.

Para ganar, Sarkozy necesita los votos de la extrema derecha, que en la primera vuelta estuvo representada por Marine Le Pen, quien logró un tercer lugar con casi seis millones y medios de votos, casi el 18% del electorado. Y aunque ella ya anunció que votará nulo y que no le gusta el actual presidente, es claro que un seguidor de Le Pen no votará por el socialista. ¿Podría entonces ser reelecto el actual mandatario? Difícil. Si se suman los votos que obtuvieron los partidos de la izquierda, llegan a casi el 50%. Es muy probable que una parte de ellos respalde a Hollande. No ganará por paliza, pero difícilmente perderá.

Lo más curioso de todo este escenario es que la crisis por la que atraviesa Francia no tiene una relación directa con la ideología de centroderecha aplicada por su gobernante. De hecho, casi todas las otras naciones que hoy viven momentos de carestía en Europa tienen presidentes socialistas. ¿Por qué elegir a uno que podría llevar a Francia por el mismo camino que España, por ejemplo? Simplemente porque el elector francés castigará con su voto a Sarkozy. Mucha farándula y parafernalia. En tiempos de bonanza, daba lo mismo. En momentos de crisis, importa mucho. El domingo se lo dejarán claro.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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