Opinión

Columna de René Naranjo: "El superhéroe más frágil"

Fuera Tobey Maguire y el director Sam Raimi. Fuera los villanos cada vez más oscuros salidos de las catacumbas. 

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Fuera también la piadosa Mary Jane que construía Kirsten Dunst. Los productores de Marvel decidieron hacer tabla rasa con todo lo que había conformado el éxito de su trilogía dedicada al Hombre Araña entre 2002 y 2007 y, para esta nueva década, renovaron plantel y enfoque de los personajes.

Ahora tenemos a un nuevo Peter Parker, interpretado por el atlético Andrew Garfield, a quien recordamos en su formidable rol de Eduardo, el socio de Mark Zuckerberg en ‘La red social’. 

Con su skateboard y postura de adolescente eterno, Garfield compone a un protagonista que parece más cercano a una comedia romántica juvenil que al superhéroe de un cómic. Sus padres murieron y lo dejaron a cargo de los tíos, pero eso no lo atormenta; la fotografía le gusta, sin obsesionarlo. La ciencia, en cambio, le quita el sueño, tal como a su padre, que investigaba la posibilidad de unir especies por vía genética cuando falleció. 

Es por ahí que se arma la trama de ‘El sorprendente Hombre Araña’, regreso al origen mismo de la vida y obra del superhéroe de Nueva York, realizado esta vez por el director de la ondera  ‘500 días con ella’, Marc Webb, y escrita por el autor de la magnífica ‘Los fabulosos Baker Boys’, Steven Kloves, junto al guionista de la magistral ‘Zodiaco’, James Vanderbilt. 

Webb, ya lo sabíamos, es un cineasta discreto, que básicamente sabe sacar partido a situaciones de pareja; Kloves y Vandebilt, con más talento y oficio, son capaces de perfilar interesantes personajes, dar giros llamativos al argumento y manejar bien el melodrama. 

Con este trío a cargo, no es extraño que la película deje de enfatizar la acción y los conflictos del ‘lado oscuro’ de la identidad, y se centre en los sentimientos de Peter Parker, en especial, en su fragilidad. 

Nunca se vio en la pantalla de un superhéroe tan vulnerable como este Spiderman. 

Sin gran fuerza física, su fortaleza reside en una agilidad excepcional, que le permite llegar primero a todas partes y esquivar balas, golpes y escombros de edificios. Por si fuera poco, su corazón es igualmente sensible, y cae pronto seducido por el encanto de Gwen Stacy (Emma Stone), chica avispada ligada a la ciencia e hija del jefe de policía de la ciudad.

Movido por su deseo de justicia y salvación de inocentes amenazados por los delirios apocalípticos del villano doctor Connors (Rhys Ifans), Peter Parker ejercita los poderes que le otorga una sorpresiva mordedura de araña (eso no ha cambiado) y se lanza a conquistar las calles de Manhattan. 

Estos vuelos entre rascacielos, dinámicos con abismales perspectivas, están muy bien realizados en 3D y son el gran gancho para ver la película con anteojos. El argumento policial no implica, sin embargo, que la película deje de lado el melodrama que supone el amor no permitido entre Peter y Gwen. 

Al contrario, lo juega con intensidad y con ello enriquece a los protagonistas y le da espesor a la historia.

Uno se encuentra entonces frente a una superproducción llena de efectos especiales espectaculares donde lo importante son los personajes. Y eso hace que la película se siga con más interés del esperado. 

Hasta se podría pensar que las escenas de acción están allí porque las reglas del mercado lo exigen, pero que éstas -que alargan el filme y aportan poco- no son para nadie lo más relevante del relato. Claramente las cartas de este remozado Hombre Araña están apostadas a la emoción y los afectos (esto reforzado por dos grandes actores, Martin Sheen y Sally Field). Por eso el guión no se complica -como antes- en mantener en secreto la identidad del superhéroe: aquí no hay nada que esconder y las cosas pasan mucho mas a cara descubierta. 

Buen regreso del Hombre Araña, en una película que se las ingenia para dejar abierta una atractiva puerta a la secuela. Porque aún en 2012, lo esencial en el cine sigue estando en lo que nos pasa en tanto seres humanos.

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