Opinión

Columna de música de "Nacho" Lira: Manuel García, “Acuario”

Ignacio Lira Periodista y comunicador radial, ha sido voz de Rock&Pop, 40 principales  y Universo y ha visto más conciertos de los que puede recordar. Síguelo en @nacholira  

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Breve resumen del ciclo de éxito en la música: naces, haces canciones, las muestras, la gente te conoce, te vuelves muy famoso.
Encuentras tu nicho, y luego te acomodas. O decides cambiar. Romper la idea preconcebida que tiene el público sobre ti, arriesgarlo todo, debe ser de las cosas más difíciles de hacer en la carrera de un artista. Una vez a Bob Dylan le gritaron Judas por salir a tocar con una guitarra eléctrica tras hacerse un nombre en el folk. Muchos de sus fans no pudieron soportarlo.
Manuel García, tras muchos años de excelente trabajo subterráneo, pudo haber aprovechado sin problemas la explosión del último año y mantener su estatus mediático de trovador social y sensible. Lo lógico habría sido un disco en la continuidad de su carrera solista. Un nuevo “Témpera” o “S/T” que habría ganado con facilidad el aplauso de la galería y de todos los que esperaban de él una cierta manera de hacer y decir. Seguro habría sido un buen trabajo también, porque el talento está. Pero decidió en cambio cortar con todo, cambiar las cuerdas por sintetizadores y en las letras poner más romanticismo que crítica, más poesía que denuncia.
Por eso, cuando uno de esos sobregirados de siempre sale diciendo que con el radical cambio de sonido en su nuevo disco “se vendió”, no hace más que delatar su ignorancia.
En las condiciones de Manuel, venderse habría sido perpetuar esa posición de heredero del canto nuevo que le asignaron muchos medios, particularmente tras el Festival de Viña. Sacar partido, tomar la guitarra de palo y cantar contra las farmacias. Le habría ido muy bien dormido en las laureles, sacando cien veces el mismo álbum. Como tantos.
Sentarse a escuchar “Cáprica”, “Hombre al Precipicio” o la canción que da nombre a este cuarto disco es un desafío, una provocación directa para los soberbios que se ofenden con la palabra “pop”. Hay baterías programadas, coros y citas sin complejos a la electrónica sombría de los 80s y a veces, hasta hace mover los pies.
Es refrescantemente distinto, y no pierde belleza en temas como “Un Rey y Un Diez” y “Madera”, con una inspiración -confesada por García- en “Girl You’ll Be A Woman Soon” de Urge Overkill. Lo mejor de este “Acuario” es ver cómo este salto al vacío lleva a nuevos territorios. Es una apuesta ganada y el testimonio de un alma inquieta y creativa, y eso en la escena local, no sobra.

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