Opinión

Columna de Nicolás Symmes: Twitteritis, una enfermedad crónica

Nicolás Symmes Socio de Cabezadetuit Marketing Digital Director de comunicaciones de la Escuela de Cine de Chile, Director de Comunicaciones de Fundacion Mi Casa Prensa de películas (09 La Película, 03:34 Terremoto en Chile, El Babysitter) Comunicaciones Rostros de Televisión Prensa Grupos Musicales Comunicaciones en temáticas de Maternidad Sernam Chile (Asesorías)

Llevo un par de días sintiéndome algo enfermo. Les confieso que mi estilo de vida no permite siquiera un resfrío, pero esto fue diferente; no dormía bien, los dolores de cabeza eran más frecuentes, mis ojos se irritaban con facilidad y estaba algo más desorientado de lo que normalmente soy.
Los consejos y regaños de mi familia, me convencieron de llegar a las manos del doctor quien luego de un par de exámenes me dijo, “usted mi amigo tiene Twitteritis”. Mi desconcierto fue tal que no dudé en preguntar ¿cómo doctor, se volvió loco? Y él, muy serio, me dijo, “No, usted es uno más de los miles de chilenos que vive permanentemente conectado a las redes sociales, al punto de dormir casi nada por estar comentando todo lo que sucede al instante. Se trata de una patología del siglo XXI, que no tiene cura”.
Claramente, el doctor tenía toda la razón. Hoy, soy parte del más del 70% de chilenos adictos a las redes sociales. De esos que pasamos 24/7 conectados y que todo lo que hacemos, incluso el trabajo, lo vinculamos con la web. No por nada, somos el tercer país en el mundo con más uso de redes sociales.
Mi caso viene de un mundo en el que diariamente se registran más de 1 millón de usuarios. Es mi bitácora y la de muchos, compartiendo todo lo que hacemos durante el día, incluso si soñamos algo, al momento de despertar twiteamos “Ufff soñé algo muy freak”, y créanme, lo hago. Por eso, la red social del pajarito ha superado ostensiblemente los 500 millones de usuarios y se espera que para fines de este año, la cifra sobrepase los 600 millones con facilidad.
Te ayudaré a descubrir si padeces mi enfermedad. Si presentas, a lo menos, 2 de los 4 síntomas que mencionaré, preocúpate:
Ya le sacas fotos a todo lo que comes, y lo publicas para compartirlo con tus “followers”. Vas al baño con el teléfono en la mano, mirando todo lo que el resto está twitteando para poder comentar y no quedar atrasado en las tendencias del momento. Cometes el gravísimo error de twittear en cada roja que te topas mientras manejas, reclamando por los tacos, avisando dónde hay accidentes o comentando algo extraño que viste (en serio, pésima y peligrosa idea). Por ir caminando y twiteando al mismo tiempo, sueles tropezar por no ver el obstáculo que tenías al frente tuyo. Reconózcanlo, es vergonzoso, pero nos ha pasado.
Bueno ya sabes, estos síntomas te pueden llevar a sufrir esta enfermedad, sin embargo, luego del mea culpa que he hecho, a pesar de mi fanatismo asumido y el de muchos de ustedes, sigo alabando lo positivo del uso de Twitter; sin duda alguna, es nuestro espacio de libertad, donde decimos en 140 caracteres lo que tenemos en la mente, preciso, conciso, directo, como quieran llamarlo, donde como ciudadanos de un mundo globalizado nos sentimos armados para decir lo que nos parece mal, lo que nos molesta, las injusticias, todo. Por eso, si quieres cambiar el mundo, Twitter te regala las alas para hacerlo.
 

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