Columna de TV: "Chile Se Moviliza: Tienen el poder ¿y lo van a perder?"

Que un programa como “Chile se Moviliza” se emita los días domingos en el mismo horario que “Tolerancia Cero”, parece casi un acto sicomágico. Una muestra de que el destino suele tener un sentido del humor bastante negro o que el ojo del director de programación de La Red  apuntaba precisamente para allá. Porque mientras en Chilevisión tres periodistas de renombre junto a un sociólogo supuestamente nihilista y disruptivo, entrevistan a los príncipes de la escena política usando siempre la lógica cortesana de los actos simbólicos que se leen entrelíneas, la política de pasillo y los vericuetos linguísticos, con preguntas que se disfrazan de punzantes pero nunca quedan mal con el poder, en La Red hay una serie documental que intenta precisamente lo contrario: retratar con simpleza a los ciudadanos que han hecho política estos últimos años, desde la calle y con el sentido común como principal estandarte.

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“Chile se Moviliza” es una serie documental de ocho capítulos que, como su nombre lo indica, aborda la historia de movilizaciones sociales que en el último año han remecido la cotidianeidad de Chile (los 40 días de la región de Aysén paralizada, el movimiento estudiantil), un país hasta hace muy poco tan acostumbrado al orden y el silencio de un regimiento.

 

Es por un lado la historia reciente un país que alega y patalea, la de ciudadanos que dejan de esperar que lleguen las soluciones desde el Gobierno central y se organizan y la de una regeneración social que deja atrás viejos miedos.

 

Sin ser proselitista o panfletario, “Chile se Moviliza” asume honestamente un punto de vista claro -el de los movilizados- para desde ahí reconstruir la cronología de las protestas. Un riesgo pocas veces vista en los programas de corte periodístico nacionales. Aunque esto último no es del todo cierto: la supuesta objetividad periodística que en Chile se traduce en consultar a ambas partes por igual hasta que todo termine en un empate feliz, solo se aplica en temas que provocan división. Para los que hay consenso en cambio, defender y argumentar un punto de vista -mientras sea el que respalda al status quo- no hay escrúpulos ni problema alguno.

 

El resultado es un relato épico. Un retrato del Chile actual que palpita pura emoción. He ahí su virtud y su falencia. Documenta muy bien el proceso de indignación que lleva a la acción, retrata la reacción de un poder político desencajado que parece sentirse más cómodo reprimiendo primero y actuando la farsa de un diálogo después, pero no alcanza a ahondar profundamente en las causas que provocan la movilización: aunque entrega unas cuántas cifras de contexto en el inicio de los capítulos, no retoma el punto en toda la hora de programa. No es su apuesta, pero sin duda habría mejorado el resultado final que aún así es muy bueno.

 

Lo más interesante del programa es su valor documental y las preguntas abiertas que deja sobre las heridas de Chile, un país tan injusto por donde se le mire (y para argumentar esto hay toneladas de estudios y cifras: de la educación a la distribución del ingreso). Entre todo sus relatos se cuelan preguntas tras pregunta. Desde el tratamiento que reciben estos conflictos en los noticieros -donde la violencia es un espectáculo sin causa aparente- a la tensión que subyace entre la clase gobernante que tano discursea en programas como “Tolerancia Cero” y la gente que exige soluciones que apunten al bien común y no a los privilegios de unos pocos. De un aparato político que espera que las barricadas se enciendan para aparentar hacerse cargo, a movilizaciones que luego de reuniones con el poder que terminan desarmadas y sin solución, por una política que prefiere apostar al desgaste más que a arreglar los problemas sociales.

 

Eso queda de manifiesto en “Chile Se Moviliza”. Una tensión subterránea que cada tanto explota, pero que se mantiene ahí. Un cambio cultural que golpea las puertas del Palacio donde nadie parece querer oír. Como dijo  Francisco Figueroa, Vicepresidente de la FECH en el capítulo de las movilizaciones estudiantiles:  “La ciudadanía se dio cuenta de que el gobierno no da para lo que quiere. Que el sistema económico es muy injusto, y eso hace que mucha gente quiere salir a la calle”. Como sentenció Julio López, Presidente regional de la ANEF, en el capítulo sobre las protestas en Aysén, luego de contar el caso de una chilena que sin dinero para pagar leña -y vaya que se necesita calefacción en Aysén- tuvo que cortar a hachazos los muebles de su casa: “En Chile hay mucha pobreza. Pero una cosa es ser pobre y otra muy distinta es estar solo”. Es verdad, pero se equivoca. En el país hay muchos pobres, pero Chile es un país muy rico. Y ese es el gran drama que lo moviliza.

 

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