Columna de TV: “Las Vega’s”, pura fibra

Las mujeres son el target más codiciado en el mundo del marketing: adquieren más productos que los hombres, son más fieles en su relación con las marcas y su poder de influencia en la decisión de compra de otros grupos -como los niños y hombres por ejemplo- resulta fundamental.

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Básicamente las mujeres compran para ellas, para sus parejas y para toda la familia. Por eso más allá de liderar la sintonía desde su debut (y siempre por sobre los 21 puntos de rating), “Las Vega’s” ya es un megaéxito con solo tres capítulos emitidos: el 65% de su audiencia es femenina. Y tomando en cuenta que las relaciones que las mujeres establecen con los productos que la satisfacen tienen a ser bastante duraderas, se puede vaticinar sin mucho margen de error que el éxito de la serie se mantendrá tal como sucedió con “Soltera otra vez”.

Pero nada de esto sería posible sin la fibra muscular que realmente sustenta al desfile de bailarines exóticos y abdominales serpenteantes; el superficial enganche que esta serie desplegó en su promoción. Paradójico a primera vista, tomando en cuenta que, según los estudios de marketing -y a diferencia de los hombres-, las mujeres prefieren ver mujeres promocionando sus productos. Les gusta compararse. Se creen entre ellas.

Pero crear un bien de consumo cultural masivo es mucho más complejo que, digamos, crear un shampoo o una buena crema antiarrugas. Construir un relato que mantenga el interés de la audiencia, y cimente el cariño hacia sus personajes siempre obliga a desplegar una visión de mundo: es en la coherencia de ese mundo interno propio de la serie, y la empatía que provocan las emociones que retratan.

Todo esto se desarrolla con notable equilibrio en esta entretenida serie. En “Las Vega’s” hay una lectura comercial y artística absolutamente complementaria, que habla muy bien de sus productores ejecutivos. Acá hay tanta comprensión profunda de su audiencia objetiva como artesanía fina en el tejido de los guiones y su notable ejecución: actoral, de dirección, diálogos y locaciones.

Por una parte la piel de los vedettos es un adorno, pero el centro es siempre la perspectiva femenina, el rol protagónico de un grupo de mujeres empoderadas que asumen la conducción de su propio destino, fuera de todo estereotipo predecible, a excepción de sus villanos que siguen siendo de cartón.

Acá la diversidad femenina se ve y desde el otro lado de la pantalla ellas lo premian. Una serie que demuestra que lo de “Soltera otra vez”, lejos de ser un accidente, comienza a ser el origen de una forma de hacer series en la televisión chilena. Una manera que mantiene el humor, construye muy bien sus personajes, apela a la oralidad de los diálogos que se sienten reales, posee una visión del mundo actual y termina construyendo una serie que se disfruta más allá del género del espectador.

A su lado las series de TVN se ven más simplonas, bufonescas, irreales, con sets tan falsos como sus exagerados diálogos.

Un equipo de series de ficción con claro corte comercial -a diferencia de otras como “El Reemplazante” o “Los 80”, donde su afán artístico parece estar por sobre la entretención- que mantiene un estupendo equilibrio.

Un gran aporte para la maduración de la ficción televisiva en nuestro país.

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