Columna come y calla por Felipe Epinosa: "Perro Viejo"

Salir de casa con destino conocido pero ruta incierta, cargar el vehículo con pocas cosas y muchas ganas, asegu- rar bien a la familia y partir, una escapada, un viaje, una aventura, vacaciones le llaman algunos, para mí es la respuesta a la necesidad de cobijar a mi hijo en brazos, mirarlo mientras duerme y aprovechar cada segundo de cada día con él.

Hace mucho que no viajaba a la costa de la Sexta Región y afortunadamente a mitad de camino, en la cola de la Quinta Región, justo antes que la Autopista del Sol caiga sobre el puerto de San Antonio se encuentra la salida a Lo Abarca, pequeña comunidad que en su único camino principal esconde una picada de tomo y lomo, o de chancho y lomo si se quiere “El Sauce” está en la ruta de los carnívoros más avezados, es una cocinería que fue creciendo poco a poco durante las últimas ocho décadas, como muchas picadas, cuenta la historia que todo partió con un hor- no para vender pan amasado y que clavo a clavo se fue convirtiendo en el comedor que hoy ofrece los mismos cuatro platos de toda la vida, aquí hay chuletas, arrollado, costillar (atención con él) y lomo de vacuno, siempre con respeto, pero vi pasar unos cerros de ensaladas y otras montañas de papas fritas y me asusté mientras esperaba mi comida, las porciones son abundantes y las carnes fá- cilmente alcanzan para dos, con mi mujer compartimos un arrollado que estaba bien adobado y lo saboreábamos mientras escuchábamos me- lancólicas tonadas porteñas en vivo con guitarra de palo y maracas.

El sitio es bien concurrido, tuve el acierto de llegar temprano y al salir había fila esperando mesa.

Lo pasamos bien. “El Sauce” es, sin pelos en la lengua, una quinta de recreo añiñá a la antigua. Mientras comíamos una muy helada torta de merengue lúcuma seguíamos escuchando desde la cocina los campanazos de un cencerro que avisaba la imparable salida de los platos, la arpillera que cubre las murallas y los techos le dan un toque tan rústico al lugar que es imposible enojarse porque el perro guardián se pasea entre las mesas logran- do enfadar a los meseros que lo tienen que ir a guardar. Yo si fuese ese perro ya tendría gota, crónica y terminal, si le gusta la carne en exceso vaya a darse una vuelta, las chuletas se amontonan en el plato y el costillar se asoma por punta y punta del plato lengua, vaya con tiempo que improvisan bastante con el servicio, pero de no ser así, no tendría el mismo sabor. 

Coordenadas:

Juan Luis Palominos s/n, Lo Abarca. 

Teléfono: 35-2224370

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