Columna de TV: "Sin Retorno: El peor crimen de Mega"

La crónica roja, los criminales de poca monta, las manchas de sangre sobre el asfalto y las imágenes de cámaras de seguridad de baja resolución convirtiendo a Santiago en un lugar tan peligroso como Tijuana, Cali o San Pedro de Sula -la ciudad con mayor tasa de homicidios según varios estudios- siempre han sido parte del ADN de Megavisión. Pasan los editores del noticiero, los dueños del canal y su identidad gráfica se renueva, pero ese gusto amarillista por los bajos fondos se mantiene. Última muestra de ellos es “Sin Retorno” , el programa donde tres periodistas  -Ximena Planella, Rafael Cavada y Rodrigo Espinoza- recorren el mundo para contar la historia de chilenos presos en cárceles extranjeras.

 

“Sin Retorno” es como la versión Mega de “Patiperros”.  Y con la versión Mega me refiero a que encarna todos los pecados cometidos por ese canal a lo largo de su historia: febles arcos dramáticos, imágenes que parecen estancadas en el UCV de los ochentas, un lenguaje audiovisual añejo que remite a las peores series de crímenes del cable -casi todas de hace tres décadas- y periodistas disfrazado de inquisidores, para quienes todos son culpables desde el minuto cero. “Investigadores” que se limitan a encabezar una caza de brujas, juntar la leña y lanzar el fósforo.

 

La comparación es injusta, tanto como el efecto que provocan las notas de asaltos en los noticieros: en realidad vivimos en la ciudad más segura de Latinoamérica y no en la Franja de Gaza. Es injusto porque en “Patiperros” todo era épica y emoción, la conexión del televidente con compatriotas que salieron a buscar una mejor vida y su historia de lucha y nostalgia. “Sin Retorno” es todo lo contrario

 

El primer capítulo abordó la historia de Diego Alcalde, un chileno y porteño condenado de por vida por la justicia estadounidense por ser un violadore serial y asesino. Nada muy edificante. Acá la conexión emocional es nula: la historia que se narra es de un crimen sórdido, sin importar la nacionalidad de su protagonista, sea este chino, estadounidense o chileno. Es como ver cualquier programa de crímenes gringos, solo que protagonizado por algún chileno. Eso, debido a que el foco está puesto en la historia del crimen y en las “dificultades” del periodista para realizar el reportaje, como si el fuera el fin del relato y no el medio. Para ser justos, se intentó contextualizar, contar la historia personal que lleva a un tipo normal a cometer crímenes terribles, pero esto solo se desarrolló de manera tangencial. Era la parte más interesante del relato, pero como siempre, el programa de Mega decidió enfocar la sangre en el asfalto de Colorado, EE.UU, más que la historia terrible que se construyó en las escaleras más crudas de Valparaíso. Puede que se haya debido a la elección de este caso en particular para su primer capítulo, pero el resultado del debut de “Sin Retorno” fue  efectista y muy poco efectivo. Como suelen ser los crímenes de Mega.

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