Opinión

Columna de Katherine Urrutia: ¿Cuál es tu secta?

La mayoría de nosotros estábamos asombrados por la noticia del recién nacido quemado por una secta. Al conocer los pormenores del funcionamiento interno de este grupo, quedamos aun más perplejos.

Conocer los detalles de muchas rutinas que realizaban francamente da escalofríos. Las practicas y rituales que sostenían los podemos etiquetar coloquialmente de “anormales”, “burdos”, “asquerosos” y de muchas otras formas que se alejan del concepto de nuestras prácticas comunes. Dudo mucho que algunos de nosotros realicemos deliberadamente algunas de ellas.

Pese a lo aberrante que es toda la historia, me gustaría llevar a un ejemplo más cotidiano y de igual forma terrorífica. Al ver noticias como estas, dejamos de observar nuestras propias conductas.

No es mi intención, en esta ocasión, analizar las sectas o sus líderes y principalmente a sus seguidores, que parecen personas hipnotizadas, para realizar tantas anormalidades. La pregunta es ¿Cuál es mi secta personal?

Con esto me quiero referir a aquellas conductas que, a los ojos del resto son anormales, como por ejemplo las relaciones de parejas basadas en violencia; permitir constantes humillaciones en trabajos o estudios o cuando compulsivamente compramos cosas inútiles, que no usaremos y siendo la situación económica mala, etc.

Son muchas las conductas anormales que realizamos, (esperando que ni una de ellas sean peligrosas, para uno o el resto) y las practicamos o sometemos también en un estado “semi-hipnótico”.

Entonces ¿Cuál es la diferencia de nosotros y los seguidores de sectas? Tenemos profesiones y razonamientos normales, pero ¿Por qué nos sometemos sin cuestionar o sentir que algo está mal?

Recuerdo la relación enfermiza de una amiga con su pareja y los comentarios del grupo, que eran muy similar a los que hoy podemos escuchar de este caso. ¿Cómo puede seguir con él?, ¿no piensa que es mucho?, ¿Por qué aguanta? Y con eso, la duda crece. Las personas que nos conocen, ¿se preguntarán algo similar de nuestra forma de ser?

La falta de comunicaciones reales con un entorno sano y contenedor, serian claves para alejarnos o acercarnos de las sectas personales, donde el líder puede ser de carne y huesos o  entidades menos carnales, pero igualmente dañina. Lo principal es la comunicación y el autoconocimiento.

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