Cristián González: Política del Desencanto

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La política chilena está en un gran problema. El nivel de desencanto y de desconfianza en quienes la hacen es prácticamente total. Con la creación de iniciativas como la campaña a votar por las primarias, que me parece loable, se pretende incentivar que la gente deje de manifiesto su pensar, su opción, su idea de “renovar”. Sin embargo, el desencanto es tal, que pareciera ser que el remedio llegó cuando la enfermedad ya estaba muy avanzada.

Parece paradójico de todas formas, pues la gran critica es que “son los mismos de siempre”, “es una rotación de los mismos rostros, en distintos cargos”, pero poco y nada se hace para cambiar esto ¿Por qué, si la respuesta pareciera ser tan clara, seguimos estando igual y nuestra clase política se va en picada?

Poco se trabaja por los fundamentos propios de la política hoy en día, eso de la vocación del servicio público y del bien común parece olvidárseles a quienes ven como un trabajo el estar sirviendo a su país.

Protagonistas de rencillas por acaparar tribuna, donde no se sobresale por hacer un buen trabajo, por trabajar por y para la gente, por hacer de Chile un país más justo, más seguro, con mayor equidad, sino que se trabaja en buscar el error en el trabajo ajeno, para enrostrárselo, darlo a conocer a la luz pública y destacarse mediante el opacamiento del otro. Querremos renovación, pero ¿quién va a querer incorporarse a un ambiente así?

La clase política está viciada en sus propios intereses y mantiene un divorcio entre ellos y el ciudadano, que ve como las promesas de campaña, sus anhelos y sus intereses, simplemente no son escuchados o son olvidados, pese a que alguna vez se lo prometieron a cambio de un voto.

Quiero ser genérico, esto no pasa en un lado o en otro, estoy haciendo un englobe total de la clase política, aquella que cree más importante hacer un receso de 4 semanas para dedicarse a sus campañas, que ocupar esos días realizando lo que los chilenos les hemos dado como deber mediante nuestro voto: servir al país con acciones, no con promesas.

Las personas están cansadas de ver como intereses personales se anteponen ante sus necesidades, y son esos intereses el real cáncer de la clase política. Hay que hacer algo, si no te gusta algo, pues cámbialo. Simple, si no le gusta la política actual, entonces accione para cambiarla, pese a que piense que un voto más o menos no hace la diferencia, que si se presentara a candidato nadie lo tomara en cuenta porque es desconocido, el dicho es claro, “el que la sigue la consigue”. A la política le urge un cambio y ese cambio está en nuestras manos.
 

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