Jaime Retamal: "La ministra de las vacaciones"

Es simpática la Ministra de Educación Carolina  Schmidt. La semana más compleja de su gestión pasándolo regio estupendo con su marido, celebrando en Italia, en su aniversario de matrimonio: de vacaciones.  Y ahora cuando todo el estudiantado se toma su merecido descanso (sí, bien digo “se toma” su descanso) ella despotrica ironías contra los alcaldes en particular contra la alcaldesa Errázuriz. Parece que las vacaciones son su especialidad, es cuando mejor es ella, cuando despliega todos sus atributos, incluso aquellos que tienen que ver con lo más nato y curtido de la política chilena: la famosa cara de palo o cara de póker o, como le dicen los más snob, la famosa mirada zen que dice “aquí no ha pasado nada”,  “yo no fui”.

Lo cierto es que el Presidente Piñera quemó todas las naves con esta ministra ¿dónde quedó el discurso de la excelencia, ese que tanto sirvió para gastar saliva y espacio editorial de los medios? Con la ministra, el Presidente Piñera demostró que su interés por tomarse en serio la educación pública valía lo que vale un discurso: flashes, instantáneas y palabras al viento, es decir, bien poco por no decir nada. La ministra ha sido deficiente en todos los aspectos incluso el tan valorado aspecto comunicacional.

En vez de entregar un mensaje de diálogo con los estudiantes movilizados ha hecho de la sorna y el sarcasmo con otras autoridades –¡elegidas en las urnas por los ciudadanos!- su norte, que le permite aparecer en los medios por cierto, pero hablando de cualquier cosa menos de esa cosa llamada educación. Además se ve que el mismo profesional que le enseñó a hablar en público a la vocera de gobierno, le enseñó a la ministra de educación esa estrategia entrecortada, como de respiración bucal, que les permite buscar en la mente las mejores palabras de la ironía del momento o lisa y llanamente les permite buscar en su memoria la lección de la mañana.

¡Atroz pues ministra, atroz! ¡Nadie puede! Se le ve mal cuando habla en público, parece que está con una especie de taquicardia o que está con penita o con ganas de llorar porque le aguaron la fiesta de aniversario de matrimonio. Si alguien cree que dedicándose a la política podrá dedicarse a los placeres mundanos de sus intereses particulares, en realidad, le está haciendo un muy triste favor a la ciudadanía simple y normal. Mejor que elija sus propios placeres.

Cabe la pregunta entonces ¿por qué este gobierno pudo pasar de un intelectual orgánico y casi maquiavélico como Beyer a una ministra del tipo Barbie recambiable? ¿Sólo porque era una ministra popular y con alto rating? Si fuera por esto último, ya se le acabo ese capital, no le duró ni un solo día y hoy por hoy debe ser la peor evaluada. ¿Para hacer tiempo con un problema que estima mejor dejar a la próxima administración? Esto último parece ser la respuesta. Da lo mismo quién ocupe el sillón del Ministerio de Educación, lo importante es que entre vacaciones y vacaciones, el Presidente Piñera también decidió “tomárselas” y puso a una muy simpática ministra a administrar una muy compleja cartera. Total, queda tan poco y después de todo el mundo privado sabe recompensar… sino pregúntele a Beyer.
 
 

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