Columna de Katherine Urrutia: Obstrucción emocional

Una querida amiga sufrió una obstrucción intestinal, que le generó muchos malos momentos y un tratamiento muy incómodo. Aunque este tipo de problemas puede tener diversas causas, en estas fechas, la gran mayoría es por retener alimentos que son difíciles de asimilar por el cuerpo.
Ella tiene la certeza que fue causado por comer mucho asado de cordero, que es una carne muy grasosa y con un alto porcentaje de no ser disuelto en el estómago, por lo que puede quedar enredado o pegado en el intestino, impidiendo que el resto de los alimentos siga su curso normal.
Lamentablemente, tenemos que pasar por situaciones como estas o ver el testimonio de personas muy cercanas y queridas, para aprender a cuidar mejor nuestros cuerpos.
Esta enfermedad me hace pensar en un aspecto más emocional y que cotidianamente veo en consulta. Muchas veces no pensamos que una emoción pueda quedar enredada en nuestro sistema y por ser de características pegotes y nocivas, tienden a impedir el flujo energético en nuestras vidas. Lo peor, es que adhiere a otras emociones y finalmente nos convertimos en un manojo retentivo.
Es por eso que una persona, al iniciar una terapia, tiene una extraña sensación de estar “estreñida” y con muchas emociones que no le pertenecen.
Lo ideal es hacer, continuamente, un chequeo de cómo estamos o nos sentimos, principalmente al pasar por discusiones o peleas, ya que una de las principales emociones que quedan pegadas a nuestro sistema, es la rabia y la sensación de injusticia, pudiendo provocar una próxima obstrucción emocional y requerirá probablemente, de un doloroso o desagradable tratamiento.
La mejor solución para evitar este tipo de situaciones, es conocernos y reconocer inmediatamente si alguna emoción se queda más tiempo del que corresponde en nuestros pensamientos, como por ejemplo, si la rabia dura mucho tiempo y su consecuencia es que respondemos mal a todos.
Podemos darnos un tiempo de reflexión y priorizar emociones, como felicidad v/s rabia y concentrarnos en lo positivo. Créanme que cuesta, pero al ordenar las ideas, al rato ya nos comenzamos a sentir mejor, de lo contrario, nuestro intestino emocional se llenará de putrefacción que podría ser tóxica para nosotros y nuestros seres queridos.

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