Alejandra Toro: Propaganda política ¿De verdad influye en la decisión de voto?

“Si quieres escribir en la sección Yo Opino envía tu columna a publimetro.cl@gmail.com con el asunto YO OPINO. Puedes tratar cualquier tema que sea de tu interés. Además del texto debes enviar una foto y descripción tuya. Y ojalá una cuenta de Twitter”

Queda cada vez menos para las elecciones presidenciales de noviembre y basta caminar por las calles para darse cuenta de la presencia de afiches, gigantografías, banderas, chapitas, calendarios y varios artículos más con el logo de los candidatos. Tampoco se escapa uno escuchando la radio o leyendo el diario, en todas partes aparece algún logo o llamado aleccionador.

Me he preguntado muchas veces si la propaganda política realmente sirve de algo, considerando que la mayoría de nosotros tenemos nuestro voto decidido de antemano por razones que no tienen nada que ver con el color del logo o la cantidad de photoshop aplicada. ¿O es que acaso hay gente tan indecisa que es capaz de inclinarse por el candidato con el afiche más ‘bonito’ sin importar lo que proponga en su programa de gobierno? ¿Habrá personas que juegan a la ruleta rusa y votan por el candidato del primer letrero con el que se toparon durante el día?

Leyendo información sobre el tema, me enteré de que gran parte de la propaganda política se rige por el principio de la orquestación, es decir: “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Esto lo dijo ni más ni menos que Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen de Hitler.

Yo leo ese párrafo y me da miedo pensar en los tipos de mentiras que se pueden utilizar y cómo, sobre todo considerando que hoy en día la propaganda y la publicidad están a cargo de profesionales que conocen las herramientas con las trabajan y saben cómo utilizarlas.

Quizás existen personas más susceptibles que otras que tienden a creer todo lo que se les dice sin cuestionarlo y creo que ahí es donde está el peligro. Y la solución me parece que también es clara: educación y nada más que educación. Una persona informada sabe que la propaganda es una herramienta, pero nunca podrá ser un factor decisivo.

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