Marcos San Martín: Las lecturas de nuestros hijos

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Nuestros hijos en edad escolar se ven en la obligación de enfrentarse a una serie de lecturas impuestas por la escuela y dependiendo de la capacidad de tal o cual escuela para abordar dichas lecturas pueden ser experiencias lectoras placenteras o, de lo contrario, experiencias que lo único que promueven es la creación de no-lectores.

Hay una práctica en uso, en muchos colegios, que en nada ayuda a la formación de lectores o por lo menos limita sus posibilidades de goce. Me refiero a los colegios que establecen una lista de títulos pertenecientes a una sola editorial; privando a nuestros hijos de la riqueza de la variedad de obras disponibles para su lectura. Por muy bien elaborada y seleccionada la colección que dichas editoriales puedan ofrecer a los docentes, nunca podrán equiparar las infinitas posibilidades que una dedicada selección de lo mejor de la literatura infantil y juvenil en su conjunto puede entregar.

Esta especie de monopolio de lecturas que establecen hábilmente algunas editoriales sobre nuestros niños y niñas, con el beneplácito de las escuelas, por supuesto, obedece a cualquier criterio menos a la preocupación por la formación lectora de los estudiantes.

Los profesores que debieran tomar la decisión sobre qué lecturas abordarán en un año escolar muchas veces son víctimas de instituciones escolares que no resguardan la libertad profesional de sus maestros, pasándoles a llevar de manera indigna ante decisiones que no se pueden “cuestionar” tomadas desde arriba. En otras ocasiones son los propios docentes los responsables de trabajar con lecturas de una sola editorial, más bien por “comodidad” que por alguna otra razón.

Al final los únicos que ganan son las editoriales que bajo la lógica del mercado incitan dichas prácticas (para ser justos no le ponen una pistola al pecho a nadie) pero ante la incapacidad de las escuelas, lo únicos que pierden son nuestros futuros hipotéticos lectores.

Es responsabilidad de todos (docentes, padres, etc.) velar y tener en cuenta que dichas experiencias de lectura sean lo más placenteras posibles, porque sólo así nuestros niños podrán vincularse con la lectura y con todos los beneficios sociales e intelectuales que dicha práctica implica.

Por estas fechas muchos colegios ya están trabajando en la elaboración de las listas de lecturas para el próximo año, tal vez sería bueno preocuparnos un poquito de que los criterios sean en función de los niños lectores y no de incapacidades y comodidades aprovechadas por el mercado.

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