Columna de libros: Alice Munro y sus cuentos, Nobel de Literatura 2013

“Maestra del cuento contemporáneo”. Así llamó la Organización Premio Nobel a Alice Munro (Canadá, 1931) al hacer público este jueves 10 de octubre que ella había ganado el Nobel de Literatura 2013. Nada mal teniendo en cuenta de que a finales de la década de 1960, cuando ella publicaba sus primeros trabajos, se la ninguneaba como una “dueña de casa”. Ese era el insulto: llamarla dueña de casa. Esperemos que los tiempos hayan cambiado lo suficiente para que ya no lo sea y también para que premios como este no se queden siempre en mano de los hombres. Al menos desde que Nadine Gordimer lo recibiera en 1991, las cifras parecen haber mejorado, porque en los últimos 22 años, siete mujeres han ganado el Nobel. Antes de eso, solo seis, y recordemos que se trata de un premio que se entrega desde 1901 y que ha recaído sobre más de 100 autores.

Para algunos el premio de este año no solo destaca la escritura de mujeres, sino también la del cuento, que también se ha tenido que abrir paso frente a la más canónica novela. Si algo me ha impresionado de los cuentos de Alice Munro es la facilidad con la que fluyen. Historias muchas veces simples, cotidianas, otras no tanto, pero siempre relatadas de manera directa, honesta, sin juicios castigadores hacia sus personajes, gente común y corriente, que a veces comete errores, y que trata de seguir adelante. También llama la atención la presencia constante del libro, la literatura, las lecturas, tal vez una aproximación para conocer a sus personajes: “También leía novela moderna. Siempre novela. Detestaba la palabra ‘evasión’ aplicada a la ficción. Podría haber argumentado, y no solo por llevar la contraria, que la evasión era la vida real. Pero esto era demasiado importante para discutirlo” (“Radicales libres”, Demasiada felicidad, 140)

Contrario a lo que podría pensarse, sus personajes principales no son solo mujeres, y es hermosa la forma en que logra aproximarse a ambos géneros de una forma casi desnuda, sin manierismos, pero sí desde el exterior –las cosas que miran, los ambientes que habitan, etc.- para lanzarse hacia su interior sin peroratas ni reflexiones seudointelectuales. Lo que en realidad hace es dotar a sus personajes de una humanidad que a veces hace que una se sienta reflejada, de pronto en la poeta que no sabe cómo integrarse a una fiesta poblada de escritores; o en el hombre que acaba de quedar viudo y que no recuerda cómo era la vida antes de su esposa. A propósito de ese cuento, “Irse de Maverley”, una cita: “Y antes de darse cuenta estaba de nuevo en la calle, fingiendo que tenía una razón tan buena como cualquier persona para poner un pie delante de otro. / Cuando lo que llevaba consigo, lo único que llevaba consigo, era una carencia, la sensación de que le faltaba el aire, de que los pulmones no le funcionaban bien, una opresión que creyó que no lo abandonaría nunca” (Mi vida querida, 98).

Alice Munro tiene ya 82 años y ahora que ha ganado el Nobel, ha anunciado además que no volverá a publicar, con lo cual Mi vida querida (Lumen) publicada en inglés en 2012 y en español este año, se convierte en su última colección de relatos. Otros de sus textos publicados en español son Demasiada felicidad (Lumen), Las lunas de Júpiter (DeBolsillo), Amistad de juventud (DeBolsillo) y La vida de las mujeres (Lumen), esta última no es un conjunto de relatos, sino una novela, publicada originalmente en 1971. Así que, ¡a leer!

 

 

 

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